martes, 3 de abril de 2007

Dia 14 - Tercera Parte

No tardarían mucho en atravesar las puertas de cristal. Jon Sang, Kira y yo nos pusimos delante de los demás, levantando las armas, preparados para abrir fuego.

Una de las láminas de vidrio se rajó en abanico desde el punto de impacto de su puño.

Jon Sang y yo nos miramos frunciendo el ceño y asintiendo, sujetando con fuerza los rifles de asalto. El corazón me latía a gran velocidad y podía sentir como el flujo de adrenalina entraba por mis venas. Estaba empezando a apreciar aquellas dosis de adrenalina tanto como disfrutaba la primera calada de un cigarrillo.

–¡Espera! –exclamó Francoise desde detrás nuestro, sobresaltando a todos. –¡Creo que sé por dónde podemos escapar!

Kira se volvió hacia Francoise sorprendida.

–¿Por dónde?

–Las cloacas.

–Figura –comenzó a decir JB con acento arrogante –¿cómo se supone que vamos a bajar a las cloacas? ¿Por los retretes?

–No, por supuesto que no…

Las puertas de cristal estallaron en un millón de trozos salpicando el suelo de mármol. La muchedumbre de post-mortem entró atropelladamente por el hueco corriendo hacia nosotros.

–¡Vamos! –nos gritó echando a correr por donde habíamos venido, junto a su mujer.

Todos los seguimos, no sin antes disparar un par de ráfagas de proyectiles hacia la masa de cuerpos putrefactos que se abalanzaban hacia nosotros. Jon Sang y yo cerrábamos el camino disparando de vez en cuando para tratar de frenarlos un poco, cosa que no sucedía.

Cada vez estaban más cerca.

Kira, Francoise e Irina encendieron sus linternas y nos guiaron a través de la oscuridad del pasillo. Nuestros perseguidores tenían problemas con la oscuridad, podía escuchar como se rezagaban un poco y como de vez en cuando uno golpeaba una columna o una pared montando un pequeño tapón.

El pasillo aparentaba continuar hasta el infinito. Envuelto en oscuridad hasta que uno de nosotros con una linterna se acercaba lo suficiente para hacer retroceder a las sombras que regresaban rápidamente después de nuestro paso. Parecía la garganta de una prehistórica bestia dormida.

Miré por encima de mi hombro y vi que dos pares de ojos rojos y brillantes nos seguían de cerca por delante de la multitud de post-mortem. Jon Sang apuntó hacia detrás sin dejar de correr y abrió fuego. Un rugido furioso reverberó por las paredes del pasillo dando la impresión de que cientos de bestias rugían a nuestro alrededor.

Francoise giró repentinamente en una esquina y comenzó a bajar unas escaleras mecánicas que ahora estaban inmóviles. Todos lo seguimos hacia el sótano. Tras bajar dos tramos de escaleras llegamos al parking para clientes del centro comercial. Aquí y allá había algún vehículo que emergía de las sombras como bestias que nos acecharan en la noche.

Nuestro guía se detuvo dudando durante unos interminables segundos. Todos expectantes, mirábamos hacia las escaleras esperando ver aparecer a nuestros perseguidores en cualquier momento.

–¿Y ahora? –gritó JB con gotas de sudor resbalando por su frente.

Francoise parecía haberse desorientado. No era lo mismo ver aquel amplio agujero subterráneo iluminado que no ser capaz de ver a más de diez metros más adelante.

–¡Por aquí!

Volvimos a echarnos a correr. Entonces dos bestias llegaron al parking saltando el último tramo de escaleras. Les seguían docenas de post-mortem que tropezaban, se pisaban y caían por las escaleras. Pero todo aquello daba lo mismo. Todos volvían a levantarse y continuaban la persecución.

Francoise avanzaba más lentamente, iluminando el suelo por delante de nosotros.

–¡Ahí está! –exclamó deteniéndose repentinamente.

En el suelo, iluminado por su linterna, había una entrada a las alcantarillas. Entre Francoise y El Cirujano levantaron la tapa mientras Jon Sang, Kira y yo tratábamos de detener a nuestros perseguidores disparando hacia ellos ráfagas de proyectiles. Kira se quedó sin municiones y guardó la pistola en su cinturón. A mí me debían de quedar pocas balas, pero no podía disparar con mayor puntería porque nos rodeaba una cortina de sombras tras la cual estaban ellos. Lo mejor que podíamos hacer era disparar hacia los ruidos, gemidos y rugidos.

–¡Venga, bajar! –ordenó Francoise haciendo gestos con las manos para que nos diéramos prisa.

El Cirujano empujó a Carla hasta la abertura en el suelo, apartando a JB que estaba a punto de bajar.

–Ella primero –dijo mi compañero con su pueril sonrisa. JB lo fulminó con la mirada pero no abrió la boca, dejando sitio para que bajase la niña.

La ayudaron a bajar izándola de los brazos hasta que desapareció en las entrañas de la tierra. El siguiente fue El Cirujano.

Mientras, Jon Sang y yo seguíamos disparando nuestros rifles a las siluetas ahora visibles que nos cercaban cada vez más.

Stefanie fue la tercera y después la siguió JB.

Busqué con la mirada los ojos rojos en la oscuridad a nuestro alrededor pero no los encontré ¿Dónde se habían metido las bestias?

Los post-mortem estaban a cinco metros de nosotros, ya visibles con sus tumores sobresaliendo del cráneo, los brazos levantados, sus grotescas caras pálidas surcadas por venas, visibles a través de la translucida piel muerta, y sus ojos sin brillo fijados en nosotros.

Irina bajó la siguiente.

El cargador de mi rifle se agotó y el cañón de mi arma dejó de escupir metralla, sustituida esta por un hilillo de humo blanco.

Estaban a dos metros…

Uno de ellos que en vida rondaría los cuarenta, con una fofa barriga cervecera, saltó, sorprendentemente ágil, hacia mí. Esgrimí el rifle como si fuera un bate de baseball y cuando el rostro del post-mortem estaba a menos de medio metro del mío lancé un golpe, mortal por necesidad, contra él. Las imágenes llegaron a mi como una película a cámara lenta. Sus grotescas fauces, abiertas en una sonrisa de muerte, se acercaban mortalmente hacia mi garganta. La culata del rifle parecía tardar una eternidad en recorrer la distancia hasta el pútrido rostro, pero cuando lo golpeó de lleno pude ver como se destrozaba estallando en un amasijo de huesos rotos y sangre coagulada. El cuerpo, muerto de una vez por todas, cayó contra el suelo pesadamente.

Entonces fue el turno de Francoise.

Golpeé a otro con mi arma contundente improvisada, pero en esta ocasión no le di lo suficientemente bien como para detenerlo y hube de repetir la operación una segunda vez para dejarlo inmóvil en el suelo. Jon Sang seguía disparando, ahora con más precisión y economía. Le debían de quedar muy pocas balas en el cargador.

Retrocedíamos instintivamente a cada instante que pasaba, abrumados por la gran multitud de seres de ultratumba que nos cercaban más y más.

Kira bajó dejándose caer por el agujero. Escuché como caía sobre agua, pero no emitió quejido alguno.

Lanzando golpes a diestro y siniestro grité:

–¡Ahora tú!

–¡No! ¡Baja tú que yo tengo munición! –respondió el, no sin razón.

Asentí y tras lanzar dos últimos golpes me di la vuelta y salté sobre el agujero de la alcantarilla recogiendo los brazos para que no chocasen contra nada. El borde del suelo pasó rozándome la nariz. Por poco me doy un golpe del que podía haber quedado muy malherido. De la oscuridad del parking, pasé a la oscuridad de las alcantarillas. Sentía como el aire me rozaba el rostro y alborotaba mis cabellos a medida que caía en unos segundos que me parecieron eternos. ¿Dónde estaba el suelo? La respuesta no se hizo esperar y golpeé una superficie cubierta por dos palmos de agua fría y maloliente. Perdí el equilibrio y caí de lado sobre aquella asquerosidad de estancamiento.

–¡Joderrr! –Jon Sang gritó desde las alturas y me temí lo peor. Sin embargo, cuando sentí el fuerte golpe al caerme encima su cuerpo, me di cuenta de que había gritado en el momento de saltar. Como siempre he pensado, las desgracias siempre vienen acompañadas. La rodilla de Jon Sang cayó sobre mi tobillo retorciéndomelo de una manera que no hubiera creído que fuera posible sin romperse. Un latigazo de dolor me recorrió la pierna desde el pie hasta la cintura, paralizándome entre las ponzoñosas aguas oscuras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jooooder....cada vez les va mas justo,el librarse de los ´´undead´´.
Brutal esta ultima entrada.Me has puesto de los nervios con Jon Sang..digo ´´a este se lo cepillan´´.
Solo una duda.¿El planeta es calcado a la tierra? ¿y las armas?.
Es que cuando lo leo,me flipa,pero me lo imagino con decorados,vestuario y elementos terrestres..
Solo es una apreciacion,porque por lo demas,esta jugoso,fantastico y genial,como siempre.Gracias y hasta luego.
Athman.

Paul J. Martin dijo...

La verdad es que tienes razón en lo de los decorados, vestuario y demás cosas terrestres. Lo estuve pensando mucho: ¿lo hago todo super futurista y de otro mundo o más contemporaneo y conocido? Al final tomé la decisión de hacerlo más contemporaneo. ¿Por qué? pues sencillo, porque a pesar que en las películas queda muy chulo todo lo futurista y novedoso, en formato escrito (que lo importante no es la imagen ni son los efectos especiales) creo que es más importante que los lectores se puedan identificar con lo que sienten y hacen los personajes. Una manera de hacer más ceranos a los personajes es rodearlos de un mundo que a primera vista es más realista. Entonces lo que trato de hacer es meter pequeños detalles futuristas en un entorno no tan diferente que nuestro mundo real y actual. Obviamente la prisión era mucho más extraña (claro, era una nave espacial :) ) pero esta colonia es más parecida a la tierra. Digamos que he tomado la idea de que las colonias más recientes están más atrasadas, por decirlo de alguna manera. En fin, puede que a algunos esto no les guste porque no les parezca realista, pero sin nos ponemos a pensar, básicamente, la ropa no ha cambiado tanto en mill años, sigue siendo un conjunto de pantalón y camisa. Los vehículos tampoco, coches tirados por caballos, luego coches de motor de combustión, ahora aparecen los híbridos, etc. pero son todo coches al fin y al cabo. Más o menos esa es la idea que llevo sobre este futuro imaginario. De todos modos, tampoco hay que olvidar que el pueblo minero, era eso, un pueblecito y que Barlenton, donde están ahora, no es más que una ciudad de 1500 habitantes (si no recuerdo mal). Es como si vas desde Nueva York a una pequeña ciudad del mismo estado, las diferencias son bastante sustanciales. Empezando por la arquitectura y acabando por la tecnología disponible para los ciudadanos.
La verdad es que Jon Sang ha estado a pundo de palmarla, pero no olvidemos que aún no han escapado. Lo único que han hecho es ganar un poco de tiempo, pero no creo que los post-mortem tengan reparos a la hora de saltar por la entrada de una alcantarilla. En fin, ya veremos a ver qué pasa y si consiguen escapar. Últimamente parece que Max está convencido de que la mala suerte los persigue. Por su propio bien, esperemos que esté equivocado.
Ves... es tirarme de la lengua y me enrollo como una persiana.
Nada más que agradecer a los que leeis esta historia. No teneis ni idea de la ilusión que me hace saber que hay gente que disfruta con ella.
Un saludo.