lunes, 23 de abril de 2007

Día 15 - Sexta Parte

Nuestros compañeros salieron del local.

–No hay peligro –nos informó Jon Sang.

–A mi lo que me importa es que haya comida y agua –dije haciendo un esfuerzo por levantarme.

–¿Hay hambre o qué, figura? –inquirió JB plantándose frente a mi, con los hombros caídos hacia delante.

No me molesté en contestar. Apoyado en el muro a mi espalda, me levanté reprimiendo una mueca de dolor e intenté avanzar hacia la puerta, pero al primer paso hube de detenerme paralizado por el dolor en el tobillo.

Jon Sang se acercó a mi, rápidamente cogiéndome del brazo, para ayudarme a caminar.

Kira se levantó lentamente. Por el gesto que hizo debió de sentir un mareo. Estaba débil, anoche había perdido mucha sangre y aún no había comido nada. JB vio como Jon Sang me estaba ayudando y debió de pensar que le correspondía a él ayudar a nuestra compañera. Así que caminó hasta su lado y le dijo con sorna:

–Agárrate a mi, guapa.

Kira lo miró con sorpresa y hubo un instante en el que me dio la impresión de que iba a rechazar su ofrecimiento, pero asintió y esperó a que JB se acercara para apoyar su peso en él. Hacía pocos días que la conocía, pero ya sabía lo orgullosa que era por la manera en la que se había comportado desde el primer momento en que la conocimos, cuando nos apuntó con su pistola en la oscuridad del pasillo del centro comercial. No sabía nada de su vida pasada, pero claro, para los habitantes de Barlenton y del pueblo minero, en el momento en que la plaga se extendió, sus anteriores vidas terminaron fatídicamente y comenzó una nueva etapa, horrible y oscura. Quizá antes fuera una persona completamente diferente, pero ahora era orgullosa, fría y resistente. No había soltado ni una lágrima tras la muerte de Stefanie. En su interior puede que lo estuviese pasando muy mal, pero desde luego, de cara al exterior, no mostraba ni un ápice de miedo, tristeza o duda.

Jon Sang y yo avanzamos por delante hacia la puerta abierta del comercio. Cuando estábamos a punto de entrar, escuchamos como Kira insultaba a JB. Miré por encima de mi hombro y vi como él le había pasado el brazo por la cintura, pero había colocado la mano demasiado abajo. Ella lo apartó de un empujón y con el ceño fruncido continuó caminando hacia nosotros, despacio y apoyada en el cristal del escaparate.

Entramos a la sombra y frescor del interior, que estaba dominado por cierto olor agrio y a moho. Jon Sang me guió hasta el fondo del establecimiento y tomamos asiento tras el mostrador. Kira nos siguió hasta allí y se sentó a mi lado. JB entró después al local y cerró la puerta. Pero se quedó allí, creo que haciendo guardia. Si bien la razón que lo había motivado estoy seguro que tenía más que ver con la vergüenza y la sensación de rechazo que con la necesidad de vigilar el exterior.

Nuestro silencioso compañero nos ofreció un botellín de agua y un par de latas de pescado en conserva a cada uno. Los dos terminamos con la comida en pocos minutos y saciamos nuestra sed con el agua mineral. Parecía mentira lo mucho que afectaba en el ánimo el hambre y la sed. Tras la frugal comida nos sentimos más alegres y positivos.

–¿Qué pensáis que deberíamos hacer ahora? –inquirió Jon Sang mientras daba cuentas de una ración de carne enlatada.

–No sé –contesté sinceramente.

Ahora que nuestro grupo se había dividido no tenía claro lo que debíamos hacer. Lo más lógico sería ir al punto de encuentro que habíamos marcado antes de salir de nuestro último escondite, pero ¿y si ellos no habían llegado aún? ¿Y si se habían encontrado con dificultades en el camino y les era imposible llegar hasta allí? ¿Y si habían... muerto?

–Deberíamos ir al punto de encuentro, para eso lo marcamos antes de salir del piso –razonó Kira tras echarse al coleto medio botellín de agua mineral y mientras se limpiaba los labios con el dorso de la mano.

El local estaba en completo silencio a excepción de nuestros susurros y las sombras eran las dueñas del lugar. Fuera, en el exterior, estaba amaneciendo, pero aún tardaría varias horas en alcanzarnos los rayos del sol. Hasta entonces, estaríamos más frescos allí dentro. Había telas de araña por las esquinas y en los huecos de las estanterías, entre los productos expuestos y llenos de polvo. Una cucaracha negra y solitaria, correteaba sin preocupación por un pasillo a nuestro lado.

–Yo no puedo moverme... –dije señalando mi tobillo. Parte del vendaje que me había puesto Irina estaba suelto y todos podíamos ver como la articulación se me había hinchado tanto como la vez anterior. –Creo que ahora es un buen momento para hacer caso de las indicaciones de nuestra enfermera.

–Ni él ni yo podemos movernos de aquí por ahora... –susurró Kira. –Yo mañana, o quizá esta noche, ya esté bien, pero él necesita más tiempo –me miraba con ternura. Hice caso omiso de aquella expresión, que por el gesto de Jon Sang, sé que él había visto.

–Si es necesario, puedo quedarme aquí solo. Cuando sea capaz de moverme me reuniré con vosotros.

–No –cortó Jon Sang rotundamente. –No estoy dispuesto a que nos dividamos más de lo que ya estamos. Estar unidos es lo que garantiza nuestra supervivencia. Las divisiones solo nos resta oportunidades de salir de aquí.

Miró a Kira con el ceño fruncido hasta que asintió y después me tocó a mi. Esperó hasta que yo le di mi aprobación. Era objetivo y sincero y eso me gustaba. No se andaba por las ramas. No intentaba disfrazar sus palabras de falsa filantropía o sacrificio. Era directo.

–De acuerdo –contesté al fin con una ligera sonrisa en los labios.

–Y ¿qué vamos a hacer con JB? –inquirió Kira en un hilo de voz casi imperceptible.

–¿A qué te refieres? –preguntó Jon Sang frunciendo el ceño e inclinando el cuerpo hacia ella.

–Anoche le mordieron en la pierna.

Jon Sang abrió los ojos con sorpresa.

–¿Estás segura?

Kira me miró buscando apoyo. Yo asentí con seriedad.

–Si. Max también lo vio. Pero lo que no sé es si llegaron a atravesar sus pantalones.

Antes de que terminara la frase, Jon Sang ya estaba levantándose con lentitud para echar un vistazo por encima del mostrador. Momentos después, volvió a sentarse y acercándose más a nosotros susurró:

–Tiene el pantalón derecho rasgado por los bajos... –suspiró y después continuó –y creo que están manchados de sangre.

–Habrá que vigilarlo –concluyó Kira.

Él asintió con tristeza. Yo no sentía lo más mínimo hacia JB pero claro, Jon Sang llevaba mucho tiempo con él. Desde que todo empezó de hecho. Ellos dos junto a Dorf habían comenzado una contraofensiva (suicida bajo mi punto de vista), y habían pasado por muchas cosas juntos. Era normal que sintiera algo. Si bien, no apostaría dinero a que ese sentimiento nublara su buen juicio.

Así pues, ya estaba todo hablado. Esperaríamos allí hasta que yo pudiera caminar con autonomía. Mientras, no dejaríamos de vigilar a JB, por si comenzaba a sufrir algún cambio o transformación. Y lo más importante, mantendríamos la esperanza de encontrar a los demás en el punto de encuentro. Sobre todo a Carla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrada,muchacho...
Que se joda el imbecil de JB,se lo ha estado buscando desde que se encontraron,por fantasma...
Comprendo a Jon Sang,me cae bien y es un tipo al que me gustaria tener al lado en caso de peligro,pero yo de el,le volaria los sesos a su antiguo compañero,antes de que la cosa acabe mal...Saludos

Anónimo dijo...

actualizameeee!!!