viernes, 20 de abril de 2007

Día 15 - Cuarta Parte

Abro los ojos y veo mi camarote en "La Caribeña". Todo ha sido una pesadilla. Nunca me encarcelaron y por lo tanto, nunca me estrellé en Ypsilon-6. Los post-mortem no existen y son parte de mi imaginación. El Cirujano no es más que un personaje ficticio y Carla... un recuerdo latente de mi hermana. El sentimiento de culpabilidad que come mis entrañas.

Me levanto del catre y salgo del camarote. Camino por los pasillos y siento un dolor en los hombros. Me miro y no veo nada. Llevo puesta una camisa blanca y un chaleco negro. Pero el dolor aumenta y asustado regreso a mi camarote y entro en el cuarto de aseo. Me coloco frente al espejo y procedo a quitarme la ropa de cintura para arriba.

Me miro en el espejo y veo que tengo cuatro cortes en la parte delantera de ambos hombros y dos en la parte trasera. Los cortes comienzan a sangrar y a escocer.

Las alarmas de contacto en el radar comienzan a sonar por los altavoces montados en las paredes y las luces rojas parpadean. Se acercan...

Tengo que llegar a la cabina de mando de mi nave de transporte para proceder a un salto y escapar. Pero el dolor en mis hombros aumenta.

Salgo de mi camarote por segunda vez y camino con determinación por los pasillos de camino al puesto de mando.

Un tirón en el tobillo izquierdo me paraliza y grito de dolor. Me cuesta un gran esfuerzo continuar caminando, pero aún así lo hago, apoyando ligeramente el pie dolorido mientras me ayudo con la mano en la pared metálica del pasillo.

Siento como la mejilla derecha comienza a inflamarse y un dolor pulsante me inunda el rostro. Después es la rodilla, la espalda, el pecho, la muñeca... todo comienza a doler y siento como mi cuerpo deja de responder a mis ordenes y se paraliza.

Quedo congelado. Sin posibilidad de avanzar.

Las alarmas siguen sonando con estruendo.

La voz femenina del ordenador anuncia: "...se acercan... date prisa...".

Mi cuerpo se inclina hacia delante, más y más. Y no puedo moverme. Comienzo a caer lentamente, sintiendo el dolor más intenso cada instante.

"...levántate... se acercan..." anuncia la voz del ordenador por los altavoces colgados de la pared.

Caigo y caigo, lentamente, sin poder evitarlo, inmóvil, congelado...

Por fin, golpeo el frío suelo metálico del pasillo...

–...levántate Max. Tenemos que marcharnos –gritaba una voz femenina a mi lado. Pero lo único que quería era que me dejara en paz. Estaba cansado y dolorido. No podía moverme. Quería dormir.

–¡Max espabila! –dijo una voz masculina y sentí como alguien me abofeteaba el rostro.

Me vi obligado a abrir los ojos y vi dos rostros mirándome con consternación. Un joven oriental y una joven preciosa con la camiseta rota en un hombro y con una serie de vendajes atados a él.

¿Quiénes eran? ¿Dónde estaba?

De golpe, y en un instante, todo regresó a mi memoria. La RX-67, Ypsilon-6, los post-mortem, Jon Sang, Kira, Carla...

Me incorporé de golpe y sentí como el suelo giraba bajo mi cuerpo inestable como la superficie de un barco en medio de una tormenta.

–¿Qué...? –susurré tratando de recuperar el equilibrio.

–¡Vamos, vamos! –exclamó JB unos pasos más allá –¡Tenemos que marcharnos de aquí!

Entre Jon Sang y Kira me levantaron y agarrados comenzamos a caminar lentamente.

Miré por encima de mi hombro y vi que la manifestación de cadáveres estaba a escasos diez metros de nosotros. Estaban al caer y a la velocidad que caminábamos, nos alcanzarían en pocos minutos. Pero no podía avanzar más deprisa. Me dolían todos los músculos del cuerpo. La cabeza me daba vueltas y palpitaba al ritmo de mi corazón. El tobillo me lanzaba punzadas de dolor por toda la pierna cada vez que lo apoyaba en el negro asfalto. Estaba hecho polvo...

Y aún así, me sentía afortunado. Ahora que recordaba lo que me había pasado, sabía que había sido un milagro no haberse roto una pierna o un brazo (o incluso la cabeza) en la caída. Ya podía dar gracias a la deidad que más me gustara.

JB gritó algo más adelante y regresó corriendo y horrorizado.

–Hay una barricada...

Sentí el sobresalto de Kira al escuchar las palabras de JB. Yo la verdad era que no me sorprendí. Las desgracias van acompañadas de más desgracias... Cualquier me tacharía de pesimista, pero no me suelo equivocar.

Continuamos avanzando hasta que vimos, efectivamente, varios metros más adelante una barricada formada por una línea de vehículos destrozados y medio carbonizados. La barricada ocupaba toda la anchura de la calle y en principio no parecía haber ningún pasillo para pasar.

Está claro que en los primeros momentos de la plaga, endemia, o lo que fuera, algunos ciudadanos trataron de cortar el paso a los post-mortem. ¿Me pregunto si les sirvió de algo?

Jon Sang se marchó con JB y comenzaron a inspeccionar la barricada en busca de algún hueco por el que poder pasar mientras Kira y yo nos manteníamos en pie y a la espera. Ella aguantaba parte de mi peso y yo parte del suyo.

En seguida nos llegó el grito de júbilo de Jon Sang. Había encontrado un camino a través del amasijo de hierros.

Eché un rápido vistazo por encima del hombro y no dije nada, pero sentí como el miedo avanzaba por mi interior nublando mis pensamientos. Los post-mortem estaban a poco más de tres metros de nosotros. Todos con sus miradas fijadas en Kira y en mi. Sus brazos estirados con la intención de agarrarnos en cuanto nos alcanzaran. Sus bocas abiertas en grotescas muecas, en las que asomaban dentaduras podridas y amarillentas. Y los tumores bulbosos que sobresalían de sus cabezas y palpitaban con vida.

–¡Tráelos! –ordenó con autoridad Jon Sang.

JB vino corriendo hasta nosotros sin rechistar y nos ayudó a caminar hasta el pasaje que había encontrado nuestros compañero.

La marabunta se acercaba. Escuchaba sus gemidos y lamentos como mensajes del futuro oscuro y tenebroso que nos esperaba si no conseguíamos escapar.

Jon Sang fue el primero en atravesar la barricada. Se metió por la ventanilla de una furgoneta y atravesando el espacio de los asientos emergió por la del lado contrario surgiendo en el otro lado de la barrera. Desde allí nos hizo gestos para que pasásemos.

–¡Vamos, vamos! –chilló JB horrorizado por la multitud que ya nos rodeaba y de la que no nos separaban más que un par de metros.

Kira fue la siguiente en escurrirse por el hueco de la ventanilla.

En la caída había perdido mi arma, así que estaba indefenso pero JB no y aprovechó la recarga de la batería para hacer un último disparo del cañón mientras lo giraba en semicírculo hiriendo a la primera línea de post-mortem que avanzaba hacia nosotros. Muchos cayeron, pero muchos más continuaban moviéndose implacables.

Kira ya había atravesado la mitad de la furgoneta así que comencé a entrar yo. Me concentré en mover mis brazos y piernas haciendo caso omiso del dolor que me atenazaba todos los músculos.

Me moví al asiento del conductor mientras Kira salía por el hueco de la ventanilla ayudada por Jon Sang.

Podía escuchar como JB se enzarzaba en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con uno de los no muertos.

Antes de salir de la furgoneta miré atrás y vi como JB saltaba al interior golpeándose un brazo en el salpicadero.

Jon Sang me agarró desde el exterior y tirando con fuerza me hizo salir disparado contra el suelo. Pero aquel leve golpe no me causó mayor molestia y me levanté rápidamente sujetándome al lateral del vehículo.

Jon Sang y yo, mirando por el hueco de la ventanilla apremiábamos a nuestro compañero para que se diera prisa. Se estaba entreteniendo, dando puntapiés a un post-mortem que trataba de entrar a la cabina. En uno de los golpes, agarró el tobillo de JB y le hincó los dientes sacando un alarido de dolor de nuestro compañero.

Jon Sang metió medio cuerpo por la ventanilla y agarrando a JB de los brazos tiró de él. Yo agarré al primero de la cintura y tiré también.

Entre los dos, conseguimos sacar a JB de la furgoneta, chillando de dolor y sujetándose la pierna herida.

Sin perdida de tiempo, Jon Sang agarró su rifle y, apuntando al interior, descargó una mortífera ráfaga de metralla que detuvo al post-mortem. Aquello nos dio un tiempo precioso que deberíamos aprovechar. El cadáver del ser ahora entorpecía el avance de los demás y tardarían un rato en apartarlo, semejante era el tapón que se había formado al otro lado de la barricada.

Teníamos una oportunidad de escapar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Brutal...esto si que es lo que yo llamaria una entrada genial.
Me tienes estresado,acohonado y con unas ganas locas de seguir leyendo.
Esto se complica para nuestros amigos.
J.B. esta jodido...y lo mas preocupante,va a joderlos a todos.
Me encanta cuando combinas el momento actual con la vida anterior de los personajes,o como en este caso,las ´´paranoias´´que tienen en su mente.
Sigue,Chavalin,que aqui esperamos con ansias.

Paul J. Martin dijo...

Muchas gracias por tu comentario Athman. La verdad es que trato de mejorar cada día y de hacer la historia cada día más interesante y leer todos los comentarios que dejais me hace pensar que, al menos en parte, lo estoy consiguiendo.
Creo que es evidente mi afición por la escritura y ver que tanta gente pasa un buen rato con lo que yo me divierto tanto al escribir, me anima enormemente a seguir escribiendo y mejorando.
¿Quien sabe? Quizá algún día me llegue mi oportunidad...
Un saludo.