lunes, 30 de abril de 2007

Día 15 - Decimoprimera Parte

Sentados en la oscuridad con la espalda apoyada contra el muro de cemento escuchábamos como los golpes contra la puerta no cesaban. Los brazos pálidos de los no-muertos continuaban intentando abrirla sin descanso.

La poca luz que había entrado por la rendija entre la puerta y el suelo ya había desaparecido. Ahora la oscuridad era completa. Fuera, en la calle, la noche debía de estar a punto de llegar. O quizá hubiese llegado hacía horas. No podía asegurarlo. En aquella oscuridad era muy difícil calcular el tiempo. Los parpados se me cerraban solos sin que me diera cuenta; claro, la diferencia era imperceptible, oscuridad por oscuridad. Creo que incluso hubo momentos en que me quedé dormido.

Kira estaba sentada muy cerca. Podía sentir el calor de su cuerpo. Percibía el perfume de su cabello. Hacía mucho tiempo que no tenía a una mujer atractiva tan cerca de mi, en la oscuridad. Me vino a la cabeza la mañana anterior cuando estábamos sentados junto a la fachada del comercio, cuando estuvimos a punto de besarnos. Ahora me arrepentía de no haberme lanzado. Por qué me tenía que venir Lili siempre a la cabeza cuando comenzaba a intimar con una mujer. No había superado su traición. Después de tantos años seguía sintiendo la herida. Cicatrizada pero aún molesta.

Como si me hubiese leído los pensamientos, sentí como su mano tanteó la oscuridad en busca de la mía y una vez la encontró entrelazó sus dedos entre los míos. Sentí como dentro de mi abdomen se arremolinaban lo que parecían un centenar de mariposas. Era una sensación agradable pero desconcertante. Me gustaba tener todo bajo control, todo planificado, y esto había llegado sin previo aviso, sin ningún síntoma que me pudiese haber prevenido. No estaba preparado y sin embargo no quería dejar de sentir lo que Kira me hacía sentir.

–Aaahhhggg –se quejó JB en la oscuridad.

Escuchamos como se removía en el suelo, arrastrando los pies y golpeando las manos contra el piso. Respiraba con fuerza y rapidez.

–John –llamó Jon Sang desde el otro lado del almacén. Sonaba preocupado.

No obtuvo respuesta. Estaba claro que JB se encontraba peor.

Saqué mi mechero y lo encendí para echar un vistazo. JB estaba levemente iluminado por el cálido pero débil círculo luminoso. Seguía tumbado en el suelo pero parecía estar sufriendo convulsiones. Jon Sang se levantó y corrió hasta su lado para tratar de ayudarlo de algún modo. “No creo que tenga solución” pensé yo frunciendo el ceño por la situación en la que eso nos dejaba. Debimos haberlo dejado fuera. Sin embargo, Jon Sang no nos lo habría permitido, siguía viéndolo como su compañero.

Hasta ahora Jon Sang había demostrado tener un buen instinto y había contribuido mucho al hecho de que siguiéramos vivos, pero ahora se estaba dejando dominar por los sentimientos. Esta es la razón por la que yo me juré que nunca me volvería a dejar dominar por los sentimientos. Siempre que lo haces, metes la pata, antes o después, y las consecuencias pueden ser fatales.

Me levanté y busqué algo por el almacén. Encontré unos estantes en la pared donde Kira y yo habíamos estado apoyados. Había muchas cajas que debían estar llenas de artículos. Arranqué un trozo de cartón de una de las cajas, lo coloqué en el centro de la habitación sobre las ignífugas baldosas del suelo y le prendí fuego. Guardé el mechero en el bolsillo y me acerqué a Jon Sang, ahora con mayor iluminación, si bien aún insuficiente.

–¿Te quedan balas en el rifle? –inquirí observando el pálido y empapado rostro de JB que se compungía en muecas de dolor.

–No.

¡Joder!

Eso nos ponía las cosas más difíciles. Lo mejor hubiera sido acabar con el sufrimiento del pobre infeliz. De ese modo hubiésemos matado dos pájaros de un tiro, él dejaría de sufrir y nosotros nos desharíamos de la posibilidad de que se convirtiera en un post-mortem.

Di una vuelta por el almacén en busca de algo que nos pudiera servir para llevar a cabo mi plan. No encontré nada.

El almacén no era más que una sala cuadrada de unos cuatro metros de ancho por otros cuatro de largo. En todas las paredes había estanterías de metal pero casi todas estaban vacías y lucían brillantes telas de araña por las esquinas. En un rincón había un montón de cajas de cartón marrones y sin identificar. Tendríamos que abrirlas antes o después para saber que escondían en su interior. Daba la impresión de que los suministros habían dejado de llegar antes incluso de que se propagara la epidemia. En los estantes la mayoría de los objetos eran herramientas, bombillas de recambio, piezas para las estanterías que había en la tienda y papeles.

Utilizando varias de aquellas piezas metálicas a modo de cortafuegos hice un círculo alrededor de la lumbre que ya comenzaba a extinguirse y eché un manojo de papeles para mantenerla encendida. El humo se elevaba invisible y comenzaba a viciar el aire. No podíamos tener el fuego demasiado rato encendido si no queríamos asfixiarnos. Cuando se consumiera el combustible que le había echado lo tendríamos que dejar perecer. Estando a baja altura el humo no nos afectaría. Pero, a pesar de ello, si que podía sentir como el aire del recinto había perdido el frescor.

Jon Sang se quedó sentado junto a JB, vigilándolo. Yo regresé a donde había estado antes, junto a Kira. Me senté, pero esta vez me coloqué mucho más cerca. Nuestros brazos estaban pegados.

Esperé unos segundos para ver si le molestaba y como vi que no, me relajé. Ella alargó la mano y volvió a coger la mía. Nos miramos durante un largo rato en el que la música de fondo eran los golpes contra la puerta metálica y los estertores de JB.

Aquella sensación placentera me subió por el vientre hasta la boca del estómago. Cada vez que aspiraba sentía como si una bola se hinchase dentro de mí, caldeando mis entrañas.

Kira apoyó la cabeza sobre mi hombro mientras yo observaba la diminuta lumbre que poco a poco iba perdiendo fuerza. El círculo de luz también iba disminuyendo al mismo tiempo que las sombras volvían a ganar terreno a nuestro alrededor.

¿Qué íbamos a hacer? ¿Esperar a que los post-mortem se cansasen y se fueran? ¿Y si nunca se cansaban? ¿Cuanto duraríamos sin comida ni agua en aquel oscuro cuarto?

¿Cuanto duraría JB...?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Uy,uy.uy...!!!Esto esta que arde.
Me intriga el como lograran salir de ahi dentro,sin que se los merienden.Y JB,creo ver que va a ´´abusar´´mucho de su amistad con Jon Sang,tanto que le sacara hasta los ojos...y me refiero a sacarselos literalmente.Ojos,sesos y lo que pille....No se puede tener sentimientos con un infectado.
Hasta luego.

Anónimo dijo...

Amigo tu historia se ha puesto fenomenal, felicidades por lo que has logrado y por la cantidad de gente que te sigue, aprovecho para autopromocionarme, por fin empece una historia, se encuentra en la nueva pagina de apocalipsis zombie, en la seccion de blogs, se agradecera a los que se tomen la molestia de pasar a leer ahi, de hecho varios han empezado a hacer o continuar sus historias paralelas de apocalipsis zombie, suerte y espero que continues tan bien como hasta ahora, nos vemos