miércoles, 2 de mayo de 2007

Día 16

Me desperté con un dolor de estómago que no me dejaba descansar con tranquilidad. Era el hambre que ya comenzaba a torturarme. La sed también hacía lo propio. Había estado soñando que estaba sentado ante una mesa llena de deliciosos manjares y toda la cerveza que pudiera desear. Solo un sueño, claro. La realidad era mucho más cruda. Encerrados en aquel oscuro cuarto, seguíamos escuchando los golpes contra la puerta, que no cesaban nunca, y los gimoteos de JB que parecía estar delirando.

La banda sonora que nos acompañaba desde hacía muchas horas ya no me molestaba lo más mínimo. Los ruidos no me habrían conseguido despertar tan fácilmente como lo había hecho la sensación de vacío en mi estómago. Podía escuchar como mis tripas se revolvían y protestaban ante el obligado ayuno al que las estaba sometiendo.

¿Cuánto dura un ser humano sin agua ni comida? Según tenía entendido se podía sobrevivir mucho tiempo sin comida, incluso un mes. Pero el agua era otro cantar. Como habíamos bebido la tarde anterior, puede que aguantásemos cinco o seis días. Por supuesto los últimos días, a pesar de estar vivos, no se podían contar porque estaríamos tan maltrechos que no seríamos capaces ni de movernos.

Había que encontrar una manera de salir de allí. No quería morir en aquel cuarto, sumido en la oscuridad y con la compañía de silenciosas cucarachas que reptaban por nuestro lado.

¿Por dónde? Ya había registrado las paredes de la sala en busca de otra puerta o alguna ventana que nos pudiera llevar al exterior, pero no había nada. ¿Y si cavábamos un túnel bajo tierra? Esta era una descabellada idea típica del cine clásico. Además, no teníamos ni una sola herramienta de excavación. Mi mente comenzaba a sentir la desesperación y por eso me venían ideas tan extravagantes.

–¿Estáis despiertos? –inquirió Jon Sang en un susurro.

–Yo sí –respondí con un hilo de voz, para no perturbar a Kira que respiraba suavemente, sumida en un profundo sueño.

–La fiebre de JB no remite.

Suspiré apretando los labios y frunciendo el ceño. Era imposible que viera mi gesto en la oscuridad, pero con escuchar el suspiro tan profundo, adivinó mis pensamientos.

–Ya lo sé... –se arrastró por el suelo unos metros hasta colocarse más cerca de mi. –Debimos haberlo dejado fuera.

Estaba a poca distancia de mí, pero no podría haber señalado el lugar exacto. Simplemente me dirigía hacia el lugar de donde provenía su voz.

–Ahora ya da lo mismo.

–Ya sabes en lo que acabará convirtiéndose.

–Sí.

Saqué del bolsillo de mis pantalones el paquete arrugado de tabaco y de él extraje el último cigarrillo que me quedaba. Lo sujeté con los labios y encendí el mechero. El círculo de luz se abrió a mi alrededor y pude ver el rostro compungido de Jon Sang. Sus ojos reflejaban el brillo de la llama. Encendí el pitillo y guardé el mechero volviendo a sumir nuestro alrededor en la espesa oscuridad. La cabeza roja del cigarro brillaba más fuerte a cada calada que le daba pero no era suficiente para vencer a las sombras.

–Supongo que los de ahí fuera acabarán por cansarse... –susurró Jon Sang al poco.

–Eso espero –sin embargo tenía pocas esperanzas de que ocurriera algo semejante. Los post-mortem no parecían ser la clase de seres que sufran de cansancio.

–Me muero de hambre...

–Sí –dije frotándome el abdomen. Parecía que el tabaco estaba haciendo que la sensación de hambre aumentara. Pero como no estaba dispuesto a deshacerme del último cigarrillo que tenía, me aguanté. Total, de perdidos al río.

Nos mantuvimos unos minutos en silencio. Escuchando los monótonos golpes contra la puerta y los quejidos y lamentos de JB. Creo que aunque los escuchaba, no era consciente de ellos. Me había acostumbrado de tal modo que para mí, había momentos en los que parecían desaparecer. Yo fumaba con placer, tratando de disfrutar quizá el último pitillo de mi vida.

–¿Qué hora será? –preguntó Jon Sang. Sospeché que trataba de distraer su mente con conversaciones superfluas.

–Pues no tengo ni idea, plena noche sin duda.

–Sí.

De nuevo caímos en un molesto y tenso silencio. Y una vez más, fue Jon Sang el que lo rompió con un leve susurro:

–¿Qué hacías tú antes de que todo esto ocurriera?

¿Qué podía contestar? ¿La verdad? ¿Otra mentira? Me había pillado en un momento bajo de moral y nuestras perspectivas no era demasiado halagüeñas, así que tras unos segundos en silencio, opté por la verdad.

–Yo era un transportista... –estuve a punto de comenzar una de mis historias inventadas sobre mi pasado, pero conseguí contenerme y continué –...ilegal.

–¿Contrabando?

Asentí con la cabeza. Pero, al momento, me percaté de que no podía verme, así que contesté en un susurro.

–¿Aquí en Ypsilon-6? –continuó con el interrogatorio.

–No. Llevaba mercancías desde Carma-3 hasta la Tierra y otros lugares.

–Debía de ser emocionante.

–Sí.

–Y la recompensa monetaria, interesante...

–No me puedo quejar –contesté con una amplia sonrisa, que, obviamente, nadie pudo ver.

–Yo no ganaba mucho, pero me encantaba mi trabajo.

–¿Sí? No recuerdo qué dijiste que hacías.

–Transporte de mercancías...

Solté una carcajada y dije:

–¿Y ahora es cuando yo pregunto: ilegal?

–Sí, y yo respondo: No... yo soy un hombre honrado y me gano el pan con el sudor de mi frente... –contestó Jon Sang riendo por lo bajo.

–Oye –me apresuré a decir –que lo mío me costaba escapar de las autoridades portuarias ¿sabes? Puede hasta que mi trabajo fuera más duro que el tuyo.

Los dos nos reímos en silencio. Jon Sang alcanzó mi hombro en un gesto de amistad. Yo lo recibí con agrado y respondí del mismo modo. De hecho, me arrastré hasta su lado, para no despertar a Kira con nuestras gracias.

–Joder... –suspiré –cuanto daría por tener una copa de whiskey en la mano...

–Siempre he preferido el vodka.

–Joder tío –exclamé, sin alzar la voz –cómo coño puedes preferir el vodka, si es pura bazofia.

–De eso nada –me contestó con sarcasmo –lo que ocurre es que tu eres un enclenque.

Di la última calada al cigarrillo entre risas y lo apagué bajo la suela de mi zapato.

Las risas acabaron y los dos caímos en el mutismo.

Yo miraba en todas direcciones, moviendo los ojos hacia todos lados, sin llegar a percibir nada. Sentí como el sopor se apoderaba de mi y como iba sumergiéndome en un profundo sueño. Lo último que escuché antes de perder la conciencia fueron las palabras de Jon Sang:

–Como echo de menos mi antigua vida...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustan estos momentos de sinceridad y empatia de nuestro amigo,por lo escasos que son...
Esto podia ser el inicio de una bonita amistad,si no se los meriendan los undead.
Como cambia la gente en los momentos jodios,quien me iva a decir que nuestro heroe,iva a confraternizar con alguien...me gusta,demuestra que aun es humano.
Saludos.

supermarron dijo...

Muy buena entrada. La separación del grupo ha hecho que conozcamos mejor a Kira y a Jon Sang. Y como no, a nuestro protagonista que cada vez va teniendo más capas sorprendiendonos a nosotros y a él mismo.

Sigue así.

PD: ¿a quién se le ocurre quedarse dormido en una habitación oscura con un tio a punto de trasformarse en no-muerto?!!!