martes, 22 de mayo de 2007

Día 17 - Novena Parte

Aún resonaban los ecos del disparo en mis oídos cuando El Cirujano limpió la hoja del cuchillo en la camiseta del muerto. Los demás seguíamos petrificados en el sitio, aún sorprendidos por la alocada reacción de Francoise y por la rápida respuesta de El Cirujano.

Carla apretó con fuerza allí dónde sus manos sujetaban mis piernas. Detrás mía, Kira y Jon Sang seguían inmóviles y en silencio. Irina, desde el otro lado de la sala, miraba el cadáver con los ojos abiertos de par en par y a punto de salir de sus cuencas.

El Cirujano se levantó, guardó el cuchillo en una funda atada a su cinturón y dijo jocoso:

–Alguien tenía que hacer algo, ¿no?

Nadie respondió e intuí que si yo no lo hacían pronto, la situación se nos podía ir de las manos. Estaba claro que nos había salvado la vida, pero ¿cómo se lo tomarían los demás? Yo sabía que antes o después Francoise nos iba a causar problemas. Desde que mataron a su mujer, no había sido el mismo. Estaba ausente y frío. Pero la manera en la que todo había acabado no era la más ideal, desde luego. Debía intentar calmar los ánimos, intervenir de alguna manera en favor de mi compañero.

–Sí. Nos has salvado la vida.

Esperé unos segundos para ver como recibían aquella declaración y cuando vi que el rostro de Irina se relajaba, aproveché la oportunidad para colocarme al lado de El Cirujano y ofrecerle mi mano. Con el rabillo del ojo detecté una expresión de alivio en Kira, pero, sin embargo, el rostro de Jon Sang era una incógnita para mí, frío e inexpresivo como una estatua de mármol. El Cirujano aceptó mi mano con una cálida sonrisa.

–No hay de que –me dijo apretando con fuerza.

Después, me agaché junto al cadáver y recogí la pistola. Me la metí en la cintura del pantalón y volví a incorporarme.

Era una situación de lo más incómoda para todos (menos para El Cirujano que mantenía su actitud pueril). No sabíamos qué decir o hacer.

–Carla, vete a la puerta de fuera y vigila, anda… –dije yo, tratando de ahorrarle la vista del cadáver y la consecuente conversación que tendríamos que tener sobre su futuro.

Ella me obedeció sin rechistar y la perdí de vista entre las sombras más allá de la luz de los fluorescentes de la sala de espera. Jon Sang y Kira entraron y entrecerraron la puerta para evitar que nuestras voces llegaran hasta la pequeña.

–Podías haberle inmovilizado… –susurró Jon Sang observando con intensidad el cuerpo sin vida de Francoise, tratando de encajar todo aquello.

–Sí, cierto –contestó El Cirujano arqueando las cejas y frunciendo los labios –pero él podía haber apretando el gatillo y ahora sería Max o Kira o tú mismo el fiambre.

Kira se agachó junto al cuerpo y sin quitarle el ojo de encima comentó:

–No era el mismo desde que perdió a Melanie.

–No lo era –estuvo de acuerdo Irina que se había sentado en uno de los asientos de vinilo recubierto de tela.

–¿Qué hacemos con el cadáver? –inquirió Jon Sang. Por su gesto, deduje que había tomado la decisión de seguir adelante y dejar aquello correr.

–Deberíamos sacarlo de aquí –contestó Kira.

–Sí, lo mejor será dejarlo fuera en la calle, lo más lejos posible –corroboré yo.

Irina trajo la manta que Francoise había utilizado hasta entonces y la extendió en el suelo junto al cadáver. Entre El Cirujano, Jon Sang y yo, lo colocamos sobre ella y lo envolvimos. Jon Sang levantó un extremo del rollo y yo el otro y nos encaminamos hacia la salida. Kira nos adelantó y abrió la puerta para dejarnos pasar.

Nunca creí que llegaría a hacer eso. Aquella situación me hacía sentir mal. Envolver un cadáver y sacarlo de allí me traía demasiadas películas viejas a la memoria, en las que los asesinos hacía lo mismo. Yo no era un asesino. Por supuesto, en este caso, no había sido yo. Pero había defendido a mi compañero, justificando su acción. Lo que me convertía en su cómplice. Y a pesar de que estaba convencido de que El Cirujano había salvado mi vida, no podía evitar sentirme culpable.

Nos internamos en las profundas sombras del garaje, yo caminando detrás de Jon Sang. Kira me seguía en silencio. Más adelante, iluminado por la tenue luz de las estrellas, el pequeño cuerpo de Carla se perfilaba junto a la puerta abierta al exterior. Estaba vuelta hacia la calle, oteando con interés.

Nuestros pasos resonaban sobre el hormigón, haciendo eco en el amplio espacio vacío anegado por las sombras. Eché un vistazo sobre mi hombro y no pude ver a nadie a través del hueco de la puerta, dentro de la sala de espera, pero podía escuchar como Irina susurraba algo, si bien no entendí el qué.

Jon Sang alcanzó la salida un momento antes que yo. Cuando pasé junto a Carla, observé en su rostro algo que me llamó la atención. Había un brillo especial en su mirada. Oteaba con mucha atención avenida arriba.

–Espera un momento –le dije a Jon Sang deteniéndome junto a la pequeña. Después me dirigí a ella con una pregunta –¿Qué miras, Carla?

Ella me miró con el ceño fruncido e hizo un gesto con la cabeza señalando la misma dirección que había estado mirando con tanto detenimiento.

–¿No lo ves? –preguntó en un susurro con su dulce voz.

Me di la vuelta y eché un vistazo en la dirección que me había indicado. En un principio no vi nada, pero tras entrecerrar los parpados, para aclarar la vista, pude ver la silueta de una persona que se acercaba hacia nosotros entre las sombras. Venía por el mismo camino por el que habíamos llegado minutos antes, a unos cincuenta metros. Jon Sang lo vio también y me miró con alarma.

Nos quedamos inmóviles, expectantes, observando a la solitaria figura a la espera de ver qué ocurría.

Momentos después pudimos distinguir que tras la primera silueta aparecían más y más, emergiendo de las sombras, con paso lento pero continuo. Y nos llegó el rumor de pies arrastrándose por el asfalto y gemidos quejumbrosos.

El disparo de la pistola de Francoise debía de haberlos atraído hacia nosotros.

Otra vez los teníamos encima…

¡Joder!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrada moztruo!

Como mola el personaje del cirujano :))

Anónimo dijo...

Creo que es evidente que el pirado de ´´El Cirujano´´le esta robando el protagonismo a Max...
Y es que moooola que te cagas,lo cabron y chiflado que esta,pero a la vez,con una logica y un instinto de supervivencia betial.
Bueno,amiguete.Saludos y p´alante.