miércoles, 11 de abril de 2007

Día 14 - Séptima Parte

–No le des tanta importancia –me dijo meneando la mano en un gesto de despreocupación.

Lo tengo que admitir, me dejó perplejo con su respuesta. ¿Qué quería decir, que había sido él? ¿Que no tenía nada que ver, pero su muerte no le molestaba? Me estaba toreando. Y encima le estaba divirtiendo, como cada situación que habíamos atravesado durante estos días.

–Entonces… ¿lo hiciste tu? –dije al fin haciendo acopio de la poca paciencia que me quedaba.

No pudo responder. ¡Mierda! JB se acercó tomando asiento frente a nosotros, con una sonrisa en el rostro y ganas de hablar.

–¿Qué hiciste? –inquirió de modo intrusito y con aquel aire fanfarrón que siempre tenía.

Suspiré echando la cabeza hacia atrás y mirando el oscuro cielo. Estaba convencido de que aquella manera de comportarse no era más que una pose, un acto, un teatrillo que llevaba a cabo para tratar de convencer a los demás de que él era algo que en realidad no era. Entre el graciosillo de El Cirujano y el fanfarrón de JB conseguirían sacarme de mis casillas.

Respiré profundamente varias veces y conseguí controlar mi agresividad.

El Cirujano observó a JB durante unos instantes, con una amplia sonrisa en el rostro, y sin contestar se levantó y se marchó hasta la esquina que antes ocupara el otro.

–Vaya. Quizá he interrumpido una conversación privada.

–Si –contesté cortante. No tenía ganas de tonterías. Había estado a punto de resolver una de las dudas que me había estado acechando durante los últimos tres días y este capullo lo había estropeado todo.

Carla se agitó en sueños. Pasé el brazo por encima de ella acercándola más a mi. No quería que cogiera frío.

–Baja la voz –susurré con el ceño fruncido y señalando a la pequeña con la cabeza.

No le debió de gustar mi tono de voz, porque se marchó sin decir más. En realidad, fue un alivio. Como ya he dicho, no tenía ganas de tonterías. Caminó sin rumbo unos segundos hasta que al final tomó asiento junto a Francoise. Le dio una fuerte palmada en el hombro y comenzó a susurrarle cosas que no llegué a entender. La mirada que Francoise le echó no fue nada amistosa, pero JB no pareció darse por aludido en aquella ocasión y siguió con su acto ante el medio catatónico viudo.

Sentía como me pulsaba el tobillo apresado bajo la prieta venda, tan profesionalmente colocada. Los pinchazos habían sido sustituidos por un zumbante dolor que me subía desde la planta del pie hasta la rodilla. Como el zumbido que a veces se escucha en el oído mojado que palpita al ritmo de los latidos de tu corazón.

Recosté la cabeza contra la pared de ladrillos y entorné los ojos tratando de conciliar el sueño.

Un ruido me despertó sobresaltado. Jon Sang y Kira habían regresado y hablaban por medio de susurros con los demás, junto a la esquina de la avenida. A la distancia que estaban no podía descifrar lo que decían. Carla se había despertado con mi sobresalto y me miraba con expresión de preocupación.

–Tranquila. No pasa nada.

Ella pareció convencida y reconfortada por mis palabras y se volvió a recostar en el hueco de mi brazo.

El cielo sobre mi cabeza comenzaba a clarear. No tardaría mucho en amanecer.

Si tenían algo que decirme, ya vendrían ellos. Estaba cansado y no tenía ganas de entrar a formar parte en el debate sobre nuestro futuro inmediato. Que decidieran ellos y si me parecía bien, los seguiría. Después de todo lo que había pasado, empezaba a dudar de mis propias convicciones sobre las ventajas de ser un grupo numeroso.

Desde que toda esta pesadilla comenzó, estaba convencido de que un grupo numeroso, aumentaba mis probabilidades de supervivencia. Pero, visto lo visto, empezaba a dudar de esta conclusión. No debíamos de habernos quedado en el centro comercial. Lo que debimos hacer fue aprovisionarnos y después marcharnos. No existe ningún lugar seguro en el que podamos quedarnos. La única esperanza estaba en encontrar una nave para salir de este maldito planeta.

De los únicos que me penaría separarme sería de El Cirujano y de Carla. Habíamos pasado tantas cosas juntos. Superado tantos peligros. Aún le debía bastantes favores a mi compañero. Me había salvado la vida en varias ocasiones. Y luego estaba Carla… la pequeña y dulce Carla… la silenciosa y obediente Carla… Mierda, creo que le estoy cogiendo cariño…

Terminaron de hablar y Kira se acercó a nosotros seguida de El Cirujano.

–Bueno, hemos encontrado un apartamento a cinco manzanas de aquí con la puerta abierta. Es un buen lugar para descansar.

–No podemos quedarnos en el mismo lugar mucho tiempo –comenté.

–¿Pero qué podemos hacer? –miró a Carla que la observaba con atención. Alargando la mano le acarició el pequeño rostro con cariño. –Tenemos que encontrar un lugar en donde poder atrincherarnos para esperar a que llegue la ayuda.

–No creo que venga nadie.

–Alguien tendrá que venir, el ejercito o algún grupo de salvamento.

Sentí el impulso de contarle todo. La prisión, como nos estrellamos, todo. Pero me contuve. La había conocido apenas hacía dos días y no sabía como se lo tomaría. Sobretodo respecto a El Cirujano. Ni siquiera yo tenía las ideas claras sobre mi compañero, a pesar de verlo en varias circunstancias en las que me había salvado la vida, así que ella, seguramente no reaccionaría bien.

–Supongo que tienes razón –tuve que ceder, pero no en todo: –Pero ¿de veras crees que aguantaremos hasta que lleguen? Si llegan. José y yo teníamos pensado ir a la capital para conseguir una nave y salir del planeta, creo que os deberíais unir a nuestro plan.

Ella me observó con intensidad. Creo que trataba de decidir si mis palabras eran sinceras y también si escondía algo. No tengo ni idea de lo que le pasaba por la cabeza pero Kira me parecía una persona inteligente y creo que sospechaba que mi compañero y yo guardábamos un secreto. Sin embargo no indagó en ello.

–Quizá tengas razón –levantó una ceja y apretó los labios. Me fijé en sus labios y me parecieron los más sensuales que había visto en mi vida. –Pero lo primero es lo primero y no podremos movernos con rapidez mientras tengas el tobillo así y mientras él… –hizo un gesto con la cabeza para señalar a Francoise y bajó el volumen hasta que se convirtió en un hilo de voz casi imperceptible –no se recupere…

–De acuerdo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿porque sera que aunque Kira me pone,no me fio de ella?
Buenas entradas,maestro.Nuestro amigo tiene un cacao mental,no quiere admitir que aunque sea un tio duro,sigue teniendo sentimientos....
Y JB es un imbecil de cuidado.Me preocuparia tener que depender de el,se cree alguien y no es mas que un pardillo...

Enigma dijo...

Hola que tal

Vengo de Blogueratura.com a ver Tu blog por la solicitud que hiciste para ingresar al directorio y esta bastante bien, felicidades, pero hay un detalle.

Aceptamos bitacoras que tienen minimo 3 meses de estar publicando y te faltan unos dias, por ello mismo guardare tu solicitud y vuelvo en un par de semanas, ¿vale?

Cualquier duda a blogueratura@gmail.com

Saludos

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra