Día 15 - Séptima Parte
El día transcurrió lento y aburrido. Yo deshice las vendas de mi tobillo dolorido e hinchado y me apliqué unas nuevas que Kira había encontrado en la zona de artículos de farmacia del local. JB se pegó horas sentado junto a la puerta de cristal.
Tras el mediodía los rayos del sol alcanzaron la fachada del comercio y entraron por los ventanales. La temperatura comenzó a aumentar y el ambiente se hizo pesado e irrespirable. Nosotros tres seguíamos cobijados tras la sombra que nos brindaba el mostrador sobre el que estaba apoyada la terminal informática con la que había cobrado el dueño del negocio en tiempos mejores. Ahora, seguramente, el dueño paseaba por las calles vacías y solitarias de la ciudad con el cuerpo en descomposición y emitiendo gemidos y lamentos. En busca de alimento.
El rostro de Kira estaba surcado por cientos de pequeñas perlas de sudor que reflejaban el brillo del sol como si su piel desprendiera un haz de luminosidad cálida y reconfortante.
Jon Sang nos acercó un botellín de agua mineral a cada uno que vaciamos en pocos minutos para refrescar y acallar nuestra sed.
El tobillo me palpitaba pero la píldora que me había tomado hacía unas horas había rebajado el dolor y ahora estaba más cómodo. Sin embargo cada vez que cambiaba de postura y movía la articulación sin querer, una rallada de dolor me subía por la pierna hasta la cintura como un latigazo que recibiera el esclavo de su dueño.
Un rumor lejano y apagado me sacó de mis pensamientos que divagaban entre Carla y El Cirujano. Miré a Jon Sang que dormitaba tranquilo y empapado en sudor en una esquina, sentado en el fresco suelo de baldosas. ¿Quizá fuera mi imaginación?
Pero cuando Kira llamó mi atención tocándome el brazo con una mirada de temor, me quedó claro que no estaba imaginando nada, el rumor era real. Le hice un gesto para que se mantuviera en silencio y alcé mi cuerpo, apoyado en el borde del mostrador de madera, para mirar por encima. JB estaba sentado en la esquina de la pared, junto a la puerta de entrada, con los ojos cerrados y gesto relajado.
Siseé para llamar su atención, pero no pareció escucharme. Kira se levantó y mientras salía de detrás de nuestro escondrijo me hizo un gesto para que esperase. Se acercó a JB y tras acuclillarse le agitó levemente el hombro. Él abrió los ojos, alerta y sonrió. Su mirada se desvió desde el rostro de ella hacia abajo, centrándose en algo que llamó su atención. Me percaté de que en aquella posición, con los hombros echados hacia delante y el torso inclinado, se abría un hueco en la camiseta blanca, rota por el hombro izquierdo, regalando a JB con una amplia vista de sus voluptuosos senos. La expresión de él se tornó lujuriosa y suspicaz.
–¡Tío! –exclamó Kira sin poder reprimir una mueca de desagrado y repulsión hacia él. Se levantó rápidamente y regresó hasta mi lado.
JB no perdió la sonrisa y actitud de superioridad. Se levantó y caminó hasta colocarse al otro lado del mostrador, frente a mí. Me miró con descaro, desafiante.
–¿Tienes algo que decir? –me preguntó con sorna. Se había colocado en una de sus poses fanfarronas, con los hombros echados hacia delante, la espalda encorvada, el dedo pulgar de su mano derecha enganchado en el bolsillo del pantalón y un piel más adelantado que el otro. Toda una escenificación merecedora de los mayores galardones que se le otorgaban a los actores.
Pensé mi respuesta con paciencia y minuciosidad. Y cuando al fin encontré la frase correcta, la espeté con disgusto y sarcasmo:
–¿Qué tal el bocado que te pegaron anoche?
Sorprendido por mi respuesta en forma de pregunta, no pudo evitar echarse una mirada a la pierna, donde tenía la tela del pantalón desgarrada y teñida de carmesí. Al momento, rectificando un acto reflejo, levantó la cabeza para volver a enfrentar su mirada a la mía.
El rumor aumentó de volumen y pude distinguir con perfección de lo que se trataba.
–Vienen… –susurró Kira desde mi lado sujetándome el brazo.
Dejando aquel enfrentamiento con JB para otro momento, despertamos a Jon Sang y en cuanto se desperezó de la siesta y escuchó el ruido lejano aún, pero en crescendo, el gesto de su rostro se oscureció.
–Rápido –se levantó de un salto completamente desperezado. –Kira busca una mochila o bolsa y llénala de provisiones y agua. Tu… –me miró a mi y después a mi tobillo. Meneó la cabeza y se volvió hacia JB –Tu busca algo que podamos utilizar de arma.
Después él corrió hasta la puerta y la abrió con cuidad asomando la cabeza y mirando a ambos lados. No tardó ni un segundo en volver a cerrar la puerta y volverse hacia nosotros.
–No podemos salir… se acercan desde el final de la calle. Si salimos ahora nos verán.
¿Qué podíamos hacer? Si estuvieran lo suficientemente lejos y yo estuviera curado ya, podríamos echar a correr y seguramente escaparíamos. Pero, en mi estado, nos alcanzarían pronto. No quedaba otra opción que escondernos allí y esperar a que no nos descubriesen.
Kira regresó con una mochila cerrada y llena. JB reapareció también, pero con las manos vacías. Mientras Jon Sang y yo revisábamos nuestro limitado arsenal. El rifle de Jon Sang, a medio terminar y la pistola de Kira, con dos balas en el cargador. ¡Joder, siempre ocurría lo mismo! Nuestra única esperanza residía en no llamar su atención y de aquel modo que pasaran de largo.
El rumor de pasos sobre el asfalto, los gemidos y lamentos e incluso un par de rugidos feroces, sonaban cada vez más cerca.
Nos escondimos todos tras el mostrador. Tuvimos que apretarnos ya que el espacio era reducido. Supuse que a JB le resultó excitante estar tan pegado a Kira. Pero cuando le eché un vistazo me di cuenta de que no era eso lo que estaba sintiendo. Con el rostro completamente bañado en sudor, la piel pálida como un cadáver y unas ojeras oscuras, no parecía encontrarse demasiado bien. Hacía breves instantes su aspecto no había sido tan enfermizo, pero ahora hasta preocupante. Quizá fuera que antes, con la luz entrando por los ventanales a su espalda, yo no me percaté de lo degradado de su estado. Pero ahora ya lo tenía claro, estaba infectado…
Le di un codazo a Jon Sang para avisarlo y cuando lo vio, su rostro se tornó más cenizo incluso. En su mirada pude leer la tristeza y desesperación que sentía. Lo sentía por él. Al fin y al cabo, era su amigo y compañero, pero a mí lo que me preocupaba era la situación tan peligrosa en la que esto nos colocaba. Cientos de post-mortem acercándose hacia nosotros y una persona convirtiéndose en uno de ellos a nuestro lado.
Quise avisar a Kira, pero ella ya se había percatado. Se había apartado un paso para no entrar en contacto con JB, que ahora temblaba como si estuviera metido dentro de un congelador.
¿Se daría cuenta él de lo que le estaba pasando? ¿Sabría del destino que le aguardaba?
Lo más humano sería acabar con su miseria en aquel momento, sin esperar más. Pero para ello habría que utilizar la pistola de Kira y el ruido del disparo atraería a los post-mortem hacia nosotros. No podíamos arriesgarnos a ello. Habría que esperar a que pasara el peligro. Y después…
1 comentario:
Jooooder....Por dios te juro,y no te lo tomes a mal,que eres un autentico cabronazo...¿pero como se las haces pasar tan putas a tus personajes,madredelamorhermoso?
Brutal esta entrada,amiguete.Sigue,que nos dejas con las ganas...
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