Dia 14 - Segunda Parte
Algo me golpeó con tanta fuerza en el pecho que me dejó sin respiración, lanzándome hacia atrás hasta que caí al suelo golpeándome la cabeza. Estaba un poco aturdido pero pude ver como la enorme sombra negra se materializaba en una bestia alada enorme y amenazante. Unas amplias y membranosas alas lo mantenían a medio metro del suelo y creando un pequeño huracán en la azotea. Su cuello era delgado pero fibroso, largo y acabado en una pequeña cabeza con dos ojos amarillos y unas fauces con afilados dientes, nada que ver con el pico de un ave rapaz. Su piel era de color grisáceo, cenizo, malsano.
Kira estaba tirada en el suelo a mi derecha. Había sido ella la que había saltado dándome un empentón en el pecho para apartarme y según podía ver, había sido herida por mi culpa. A la altura del hombro tenía la camiseta desgarrada y algo manchada de sangre. Pero su expresión era la de una frialdad completa. No demostraba sentir dolor alguno. Observé como se estiraba para alcanzar el rifle, lo agarraba con destreza, apuntaba rápidamente y disparaba una larga ráfaga de proyectiles que alcanzaron efectivamente a la bestia alada. Ésta, aleteando herida, se elevó en la oscuridad gritando varias veces.
Yo seguía algo aturdido. El golpe que me había dado en la cabeza me había dejado mareado y desorientado. Kira se levantó de un salto y corrió hacia mí.
–¿Estás bien?
–Creo que sí –dije yo mientras me frotaba con cuidado el lugar de mi cabeza que había recibido el golpe. –Todo me da vueltas...
–Venga, levántate, tenemos que salir de aquí...
En un principio no entendí su insistencia. Me ayudó a ponerme en pie y caminé hasta el borde de la azotea, donde había una barandilla en la que me apoyé. El mundo parecía volver a su estado estático y a dejar de dar vueltas a mi alrededor.
Asomado a la barandilla, frotando la parte trasera de mi cabeza, me percaté de algo que, contra todo pronóstico, no me sorprendió lo más mínimo. “Ya decía yo que teníamos demasiada buena suerte” pensé con sarcasmo. Las dos multitudes de post-mortem que antes se alejaban del edificio del centro comercial, ahora se dirigían hacia nosotros, a buen paso y al frente de uno de los grupos, había tres bestias liderando la comitiva.
–¡Mierda!
Kira apretó los labios y asintió. Me hizo un gesto con la cabeza insistiendo para que nos marchásemos. Yo asentí y nos dirigimos hacia la puerta que daba a las escaleras. Antes de marcharnos recuperó la linterna, que estaba a un lado en el suelo. Comenzamos a bajar las escaleras. Kira iba a toda prisa y yo quedé rezagado, bajaba con cuidado, sujetándome a la barandilla, aún algo mareado.
Aún me quedaba un piso por bajar cuando escuché como la puerta que daba al pasillo se cerraba con fuerza y quedé a oscuras, bajando inseguro unas escaleras que solo había visto una vez e iluminadas por una pequeña linterna. “Esta tía solo se preocupa de sí misma...” pensé fastidiado, intentando no tropezar en un escalón y caer rodando el resto del tramo.
Tras unos segundos me eché a reír. ¡Menuda estampa! Un tipo que actúa como si fuera borracho, bajando unas escaleras y a punto de pegarse un piñazo de mucho cuidado, completamente a oscuras, se echa a reír como un demente. Me había dado cuenta de que yo, hacía lo mismo que Kira. Cuidaba de mí mismo y de nadie más. Y ahora que alguien hacía lo mismo, a mi me molestaba... no le faltaba ironía a la situación...
Solo me quedaba el último tramo de escaleras. Estaba a punto de llegar.... Mi pie derecho no llegó a apoyarse con seguridad en el escalón siguiente y perdí el equilibrio. Estuve a punto de caer de cabeza contra el duro suelo de mármol pero en el último momento (cuando ya comenzaba a volar a través del vacío oscuro) así con fuerza la barandilla y evité un golpe que seguramente me habría dejado inconsciente.
Frente a mí la puerta se abrió y un foco de luz brillante me deslumbró cegándome.
–Perdona, no me he dado cuenta hasta que casi había llegado con los otros –dijo la voz de Kira desde detrás de la luz.
–Tranquila –dije yo mientras bajaba los últimos escalones y me reunía con ella junto a la puerta –te entiendo mejor de lo que crees...
Aquella última frase le dejó un tanto desconcertada, deduje yo por la expresión ceñuda de su rostro. Pero no le di tiempo a pensar y eché a correr por el pasillo, cada vez sintiéndome más equilibrado. Ella echó a correr y no tardó nada en alcanzarme.
–Tenemos que salir de aquí antes de que lleguen y nos corten la salida –exclamé mientras corríamos.
Alcanzamos el local donde los demás dormían tranquilamente y los despertamos con nuestra carrera nada silenciosa y nuestros gritos acelerados y entrecortados.
–¿Qué ocurre? –preguntó Francoise sentándose en el colchón que hacía las veces de cama para él y su mujer.
–Sshhh... vais a conseguir que nos oigan –dijo alertada Irina desde el rincón donde estaba su colchón.
–Vienen hacia aquí –explicó Kira devolviéndome el rifle y corriendo hacia la despensa del local.
JB se levantó de su cama y con una cara de mucho sueño y desorientación tomó asiento en la mesa. Jon Sang se levantó y recogió el otro rifle que teníamos, lo chequeó para asegurarse de que estaba preparado para disparar y esperó en la puerta observando el pasillo que llegaba hasta allí, sumergido en las sombras.
Una lámpara de queroseno se iluminó y vi que la había encendido El Cirujano. Carla estaba pegada a él y asustada.
Todos parecían estar paralizados y necesitados de una explicación. El primero en reaccionar fue mi compañero. Se llevó a Carla hasta su rincón y comenzó a meter cosas a su mochila nueva que había cogido en otro establecimiento del centro comercial. JB salió al pasillo con Jon Sang.
Kira reapareció cargada con un par de bolsas de deporte llenas.
–Teníamos esto preparado por si surgía la necesidad de salir rápidamente de aquí.
–Chica lista... –susurré para mí, pero ella me escuchó y me lanzó una mirada que no llegué a descifrar. No era agresiva ni amenazante, tampoco era de enfado... no sabría decir lo que le había pasaba por la cabeza cuando me miró.
Todos empezaron a reunirse en el pasillo, fuera del local. Yo me acerqué a mi compañero y a Carla empujado por un impulso repentino.
–Volvemos al ruedo... –susurré ayudando a El Cirujano con las últimas cosas. Carla también metía algunas cosas. Su expresión había cambiado. Ya no parecía estar asustada. Creo que lo que le daba miedo era estar en un lugar tan amplio y con tantos escondites. Su último escondite me daba la razón. Había sido un pequeño piso en el pueblo minero. Aquel centro comercial nunca le había gustado. A mi tampoco. Demasiado grande y con una única salida. Era una maldita ratonera... –Manteneros cerca, creo que vamos a tener problemas.
–Ya... –dijo El Cirujano recuperando su peculiar sonrisa. De nuevo parecía estar pasando un día en la feria.
Nos reunimos con los demás y comenzamos a caminar rápidamente hacia la salida. Francoise llevaba una de las bolsas de deporte y Kira la otra. Además en la mano derecha empuñaba la pistola.
Llegamos hasta la sala de la entrada, junto a la fuente sin vida, y nos encontramos con lo que había estado temiendo. Frente a las puertas de salida de cristal, cerrando nuestra única vía de escape, había una gran multitud de post-mortem y varios pares de ojos brillantes y rojos caminando hacia ellas.
–¡Mierda! –exclamé frustrado. No quería ser pesimista pero comencé a pensar que yo había tenido razón. Había tenido razón al sentirme intranquilo el día de antes. No era normal que tuviéramos un día entero de tranquilidad y seguridad. Los desastres nos perseguían como las moscas a las reses, en ocasiones las perdían de vista, pero siempre acababan por encontrarlas.
Los primeros post-mortem alcanzaron las puertas de cristal y comenzaron a golpearla con desesperación.
Kira estaba tirada en el suelo a mi derecha. Había sido ella la que había saltado dándome un empentón en el pecho para apartarme y según podía ver, había sido herida por mi culpa. A la altura del hombro tenía la camiseta desgarrada y algo manchada de sangre. Pero su expresión era la de una frialdad completa. No demostraba sentir dolor alguno. Observé como se estiraba para alcanzar el rifle, lo agarraba con destreza, apuntaba rápidamente y disparaba una larga ráfaga de proyectiles que alcanzaron efectivamente a la bestia alada. Ésta, aleteando herida, se elevó en la oscuridad gritando varias veces.
Yo seguía algo aturdido. El golpe que me había dado en la cabeza me había dejado mareado y desorientado. Kira se levantó de un salto y corrió hacia mí.
–¿Estás bien?
–Creo que sí –dije yo mientras me frotaba con cuidado el lugar de mi cabeza que había recibido el golpe. –Todo me da vueltas...
–Venga, levántate, tenemos que salir de aquí...
En un principio no entendí su insistencia. Me ayudó a ponerme en pie y caminé hasta el borde de la azotea, donde había una barandilla en la que me apoyé. El mundo parecía volver a su estado estático y a dejar de dar vueltas a mi alrededor.
Asomado a la barandilla, frotando la parte trasera de mi cabeza, me percaté de algo que, contra todo pronóstico, no me sorprendió lo más mínimo. “Ya decía yo que teníamos demasiada buena suerte” pensé con sarcasmo. Las dos multitudes de post-mortem que antes se alejaban del edificio del centro comercial, ahora se dirigían hacia nosotros, a buen paso y al frente de uno de los grupos, había tres bestias liderando la comitiva.
–¡Mierda!
Kira apretó los labios y asintió. Me hizo un gesto con la cabeza insistiendo para que nos marchásemos. Yo asentí y nos dirigimos hacia la puerta que daba a las escaleras. Antes de marcharnos recuperó la linterna, que estaba a un lado en el suelo. Comenzamos a bajar las escaleras. Kira iba a toda prisa y yo quedé rezagado, bajaba con cuidado, sujetándome a la barandilla, aún algo mareado.
Aún me quedaba un piso por bajar cuando escuché como la puerta que daba al pasillo se cerraba con fuerza y quedé a oscuras, bajando inseguro unas escaleras que solo había visto una vez e iluminadas por una pequeña linterna. “Esta tía solo se preocupa de sí misma...” pensé fastidiado, intentando no tropezar en un escalón y caer rodando el resto del tramo.
Tras unos segundos me eché a reír. ¡Menuda estampa! Un tipo que actúa como si fuera borracho, bajando unas escaleras y a punto de pegarse un piñazo de mucho cuidado, completamente a oscuras, se echa a reír como un demente. Me había dado cuenta de que yo, hacía lo mismo que Kira. Cuidaba de mí mismo y de nadie más. Y ahora que alguien hacía lo mismo, a mi me molestaba... no le faltaba ironía a la situación...
Solo me quedaba el último tramo de escaleras. Estaba a punto de llegar.... Mi pie derecho no llegó a apoyarse con seguridad en el escalón siguiente y perdí el equilibrio. Estuve a punto de caer de cabeza contra el duro suelo de mármol pero en el último momento (cuando ya comenzaba a volar a través del vacío oscuro) así con fuerza la barandilla y evité un golpe que seguramente me habría dejado inconsciente.
Frente a mí la puerta se abrió y un foco de luz brillante me deslumbró cegándome.
–Perdona, no me he dado cuenta hasta que casi había llegado con los otros –dijo la voz de Kira desde detrás de la luz.
–Tranquila –dije yo mientras bajaba los últimos escalones y me reunía con ella junto a la puerta –te entiendo mejor de lo que crees...
Aquella última frase le dejó un tanto desconcertada, deduje yo por la expresión ceñuda de su rostro. Pero no le di tiempo a pensar y eché a correr por el pasillo, cada vez sintiéndome más equilibrado. Ella echó a correr y no tardó nada en alcanzarme.
–Tenemos que salir de aquí antes de que lleguen y nos corten la salida –exclamé mientras corríamos.
Alcanzamos el local donde los demás dormían tranquilamente y los despertamos con nuestra carrera nada silenciosa y nuestros gritos acelerados y entrecortados.
–¿Qué ocurre? –preguntó Francoise sentándose en el colchón que hacía las veces de cama para él y su mujer.
–Sshhh... vais a conseguir que nos oigan –dijo alertada Irina desde el rincón donde estaba su colchón.
–Vienen hacia aquí –explicó Kira devolviéndome el rifle y corriendo hacia la despensa del local.
JB se levantó de su cama y con una cara de mucho sueño y desorientación tomó asiento en la mesa. Jon Sang se levantó y recogió el otro rifle que teníamos, lo chequeó para asegurarse de que estaba preparado para disparar y esperó en la puerta observando el pasillo que llegaba hasta allí, sumergido en las sombras.
Una lámpara de queroseno se iluminó y vi que la había encendido El Cirujano. Carla estaba pegada a él y asustada.
Todos parecían estar paralizados y necesitados de una explicación. El primero en reaccionar fue mi compañero. Se llevó a Carla hasta su rincón y comenzó a meter cosas a su mochila nueva que había cogido en otro establecimiento del centro comercial. JB salió al pasillo con Jon Sang.
Kira reapareció cargada con un par de bolsas de deporte llenas.
–Teníamos esto preparado por si surgía la necesidad de salir rápidamente de aquí.
–Chica lista... –susurré para mí, pero ella me escuchó y me lanzó una mirada que no llegué a descifrar. No era agresiva ni amenazante, tampoco era de enfado... no sabría decir lo que le había pasaba por la cabeza cuando me miró.
Todos empezaron a reunirse en el pasillo, fuera del local. Yo me acerqué a mi compañero y a Carla empujado por un impulso repentino.
–Volvemos al ruedo... –susurré ayudando a El Cirujano con las últimas cosas. Carla también metía algunas cosas. Su expresión había cambiado. Ya no parecía estar asustada. Creo que lo que le daba miedo era estar en un lugar tan amplio y con tantos escondites. Su último escondite me daba la razón. Había sido un pequeño piso en el pueblo minero. Aquel centro comercial nunca le había gustado. A mi tampoco. Demasiado grande y con una única salida. Era una maldita ratonera... –Manteneros cerca, creo que vamos a tener problemas.
–Ya... –dijo El Cirujano recuperando su peculiar sonrisa. De nuevo parecía estar pasando un día en la feria.
Nos reunimos con los demás y comenzamos a caminar rápidamente hacia la salida. Francoise llevaba una de las bolsas de deporte y Kira la otra. Además en la mano derecha empuñaba la pistola.
Llegamos hasta la sala de la entrada, junto a la fuente sin vida, y nos encontramos con lo que había estado temiendo. Frente a las puertas de salida de cristal, cerrando nuestra única vía de escape, había una gran multitud de post-mortem y varios pares de ojos brillantes y rojos caminando hacia ellas.
–¡Mierda! –exclamé frustrado. No quería ser pesimista pero comencé a pensar que yo había tenido razón. Había tenido razón al sentirme intranquilo el día de antes. No era normal que tuviéramos un día entero de tranquilidad y seguridad. Los desastres nos perseguían como las moscas a las reses, en ocasiones las perdían de vista, pero siempre acababan por encontrarlas.
Los primeros post-mortem alcanzaron las puertas de cristal y comenzaron a golpearla con desesperación.
5 comentarios:
Volvemos a tener rock&roll...
Me encanta como vas dosificando los momentos de pura accion y adrenalina,con los de calma y relajacion...el ritmo consigue que no sepamos que va a pasar y eso nos hace querer mas y mas.Felicidades ,esto esta cada dia mejor.
Athman.
Gracias por tus comentarios.
Me gusta la idea de no ser predecible, pero la verdad es que yo solo cuento lo que los ojos de mi imaginación ven como una película. No tomo ninguna clase de decisión sobre el argumento antes de ponerme a escribir. Prefiero ponerme teniendo que leer las últimas frases para meterme en canción y ver qué sale. Lo que si hago e intento que sea concienzudo es en la forma de escribir. O sea que se encuentras alguna falta gramatical, no ha sido culpa de mi imaginación, sino que ha sido culpa mia.
No veas la ilusión que me hace leer todos vuestros comentarios. Todos los días me conecto para ver si me habeis dejado uno. Como un niño esperando que sea el día de navidad y que lo primero que hace nada más despertar es ir a abrir los regalos.
En fin, muchas gracias. (Peaso de contestación :) )
no habia podido leer hasta ahora y me lei de corrido cuatro o cinco entradas, muy buen seguimiento de la historia, es increible la imaginacion y empeño que le pones a esto, si tengo tiempo me gustaria intentar hacer algo como ustedes ( tu, Loureiro, los que hicieron sus historias en mundo cadaver, etc.), se agradece el tiempo que se toman para que uno pueda leer su historia, gracias y seguiremos leyendonos.
Enhorabuena por la historia y que gran idea lo de la foto de los post-mortem.
PD: Quiero una camisa como la de El Cirujano
gracias por tu comentario. Igual es una buena idea y decido vender camisetas sobre la historia.... estaría bien :D
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