domingo, 15 de abril de 2007

Día 14 - Décima Parte

La tensión dentro de mi fue en aumento. Cada minuto que pasaba sentía la ansiedad más fuerte. Comencé a sudar, nervioso. Pensé rápidamente y tomé una decisión.

Me levanté de improvisto y sentí como Irina me cogía de una mano haciendo un gesto negativo con la cabeza.

–Tengo que hacer pis –dije yo levantando las cejas e intentando sonreír.

Ella me soltó disculpándose y comencé a cojear hacia el cuarto de baño.

Habíamos tenido suerte, el agua corriente seguía funcionando en esta parte de la ciudad. Las bombas hidráulicas solían funcionar todas con placas solares y por lo tanto seguirían funcionando mientras no hubiera una avería.

Salí por la puerta por la que había entrado JB. Un diminuto pasillo daba a la cocina, al cuarto de baño y al trastero. Jon Sang estaba en la cocina, sentado ante una mesa comiendo de una lata de conservas. El rifle estaba apoyado en la mesa junto a él.

–¿Qué tal va el pie? –me preguntó con una sonrisa en los labios.

–Bien, va mejor.

Disimulando entré en el cuarto de baño y cerré la puerta tras de mi. Por la pequeña ventana con cristales translucidos entraba un torrente de luz. Tomé asiento en el retrete y pensé. Había acertado en mi suposición, Jon Sang tenía el rifle. En caso de ocurrir lo peor, sería él el que decidiera nuestro futuro. Era frustrante sentir como tu destino estaba en manos ajenas.

Pasados unos minutos, tiré de la cadena y salí, regresando al salón y tomando asiento en el mismo lugar en donde había estado antes. Kira e Irina hablaban sobre lo que debíamos hacer después. Parece que la conversación que tuvimos la noche anterior en el callejón en donde le expuse nuestros planes originales no había caído en saco roto. Trataba de convencer a la enfermera de que lo mejor era escapar. Aún no había especificado a dónde, pero daba la impresión de que su contertulia comenzaba a ceder a esta idea. JB trataba de entrar en la conversación. Era como ver a un niño que trataba de entrar en una conversación de adultos pero estos no le prestaban atención.

Entonces la puerta de entrada al piso se abrió y en el quicio apareció El Cirujano con una enorme sonrisa en el rostro. Respiré profundamente y apoyé la mano en el sofá para hacer palanca y levantarme. Tenía que acercarme hasta su lado lo antes posible. Antes de que todo comenzara.

El Cirujano entró cargando con una bolsa de deporte llena y pesada. La soltó sobre la mesa de café y dijo con alegría:

–Ya está. Que gusto da terminar bien un trabajo...

El corazón se me aceleró y sentí sudor frío en la espalda. Dios mío, lo ha hecho, pensé horrorizado. Las manos de mi compañero estaban manchadas de sangre. En un examen más concienzudo de sus ropas descubrí más manchas de sangre en la camisa estampada.

Comencé a levantarme. Lo hice despacio y tratando de no atraer la atención de los demás.

–¿Estas herido? –preguntó Irina percatándose de las manchas en sus manos.

–¿Qué ha pasado? –inquirió después Kira frunciendo el ceño. –¿Dónde está Francoise?

Ya ha comenzado...

El Cirujano se limitó a observarlas con curiosidad, como si estuvieran hablando en algún extraño lenguaje ininteligible para él. Inclinó la cabeza ligeramente y sonrió incluso más. Después me miró a mi.

Me detuve congelado. ¿Qué diablos pretendes? pensé enfurecido. Todos me estaban mirando, esperando que dijera algo, que diera una explicación. Kira, Irina, JB... incluso Carla. Todos me clavaban sus inquisitivas miradas, como si yo tuviera respuestas para todo.

Aquello no pintaba bien.

La mirada de El Cirujano se tornó más dura. Casi de reproche.

Me fijé que tenía un bulto bajo la camisa, a la altura del ombligo. Debía tener una pistola guardada allí. Él se percató del lugar al que yo acababa de mirar y dedujo lo que estaba pensando. La sonrisa dejó su rostro y su expresión se volvió dura como la piedra.

Pensé en Jon Sang. ¿Por qué no estaba allí Jon Sang? ¿No pensaba acercarse con el rifle?

Hasta que había llegado El Cirujano, pensé que los acontecimientos me obligarían a apoyarlo y a enfrentarme a los demás, pero todo había salido incluso peor de lo que había pensado. Esto no lo tenía planeado.

Mi corazón... ¿acaso se había detenido? No estaba seguro de que siguiera latiendo. Una oleada de frío me bajó desde la cabeza hasta los pies y sin embargo sentía como gotas de sudor me resbalaban por la sien.

–¿Qué pasa aquí? –preguntó Jon Sang entrando en el salón... ¡con las manos vacías!

Al sentir la tensión que se estaba acumulando en la habitación, se detuvo desconcertado. El Cirujano me observaba con una expresión indescifrable. Kira hacía lo propio inquisitivamente. Irina, JB y Carla desconcertados. Yo a medio levantar, no le quitaba ojo a mi compañero. Visto desde fuera, podrá resultar graciosa, pero lo cierto es que sentía que en cualquier momento me iba a dar un ataque al corazón.

–¿Qué pasa? –susurró alguien desde la puerta de entrada al piso.

Todos nos volvimos hacia el lugar en donde provenía la voz.

No pude hacer otra cosa que dejarme caer en el sofá y cerrar los ojos. El que había hablado y entrado al piso era Francoise. Suspiré aliviado pero tratando de disimular para que nadie se percatase de lo que sentía. Todos habían percibido que algo ocurría entre El Cirujano y yo, pero no sabían el qué y preferí guardarme mis cavilaciones para mi mismo.

Al reabrir los ojos me encontré con una mirada de reproche por parte de mi compañero. Y sentí una profunda culpabilidad. Después de todo lo que había hecho por mí y por Carla. Soy un desconfiado, es lo que me ha hecho sobrevivir hasta ahora, está en mi naturaleza... qué le vamos a hacer.

No sabía cómo se lo iba a tomar El Cirujano. Tendría que hablar con él después, pero a solas.

Repentinamente volvió a adoptar su pueril sonrisa y como si nada hubiera pasado comenzó a relatar sus aventuras en busca de armas.

Después de mucho andar encontraron una comisaría, ahora abandonada. Allí pudieron recuperar varias armas que ahora exhibía mientras hablaba. Otro rifle del mismo calibre que el que Jon Sang aún conservaba y mucha munición para ambos. Dos pistolas automáticas y cuatro cargadores para ellas. Un rifle de plasma, como el que había conseguido yo en la RX-67, y por último un cañón láser.

Cuando sacó de la bolsa de deportes el cañón junto a la batería, JB se abalanzó sobre ella llevándosela junto a la ventana para echarle un mejor vistazo.

–¡Dios! Con esto vamos a darles pa’l pelo –dijo distraídamente.

Como un niño con un juguete nuevo.

Francoise tomó asiento en el sillón libre, frente al que ocupaba Kira, y suspiró inmerso en su actual autismo.

Después, El Cirujano, explicó que la sangre era de los cuerpos de un par de tipos que encontraron dentro de la comisaría. Estaban muertos y no se habían levantado como no muertos. Daba la impresión de que los habían mordido en varios lugares, habían conseguido escapar y se dieron prisa en llegar a la comisaría para después pegarse un tiro en la cabeza y acabar con su vida y con la posibilidad de levantarse después de su muerte.

–De hecho, las pistolas son suyas... –lo dijo con la mayor tranquilidad, como si estuviera diciendo lo más normal del mundo. Todos echamos un vistazo a las dos pistolas apoyadas en la mesa de madera. En sí no eran más que dos conjuntos de piezas metálicas pero parecían tener un cierto halo de muerte alrededor.

Necesitaba hablar con mi compañero. Debía aclarar muchas cosas. No me gustaría tenerlo como enemigo. Y creo que mi comportamiento le había molestado, si es que algo podía molestarle de verdad...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta la cosa que arde...Joder,que metedura de pata ha cometido nuestro amigo.El Cirujano se va a mosquear y eso no es bueno.
Me ha encantado esta entrada,tension psicologica,escinsion dentro del grupo,paranoia...genial.

Anónimo dijo...

Gracias por tu amplio comentario. Te he enlazado. Y frecuentaré estas páginas.
Saludos.

Txalin dijo...

Weno, ya me he puesto al dia, mola como llevas la historia, a ver si esta noche te da tiempo a escribir otra ;)

Anónimo dijo...

Acabo de leer como siete entradas de corrido, caray cada vez estas mejor, la trama de la persecucion estuvo increible, felicidades, no habia podido entrar pero ya voy al parejo,se ha puesto bastante densa la historia, sigue asi, nos vemos

Paul J. Martin dijo...

Muchas gracias por todos vuestros comentarios, me animan mucho a continuar escribiendo con más ilusión que cuando empecé. La tensión psicológica siempre es interesante :)
En fin, muchas gracias a todos.
Saludos.

Paul J. Martin dijo...

Muchas gracias Iván por colocar un link a mi historia en tu blog. Como corresponde, yo he puesto un link a tu blog en el mio, así nos ayudamos mútuamente :)

Un saludo.

Anónimo dijo...

actualiza cojona!! ;)