domingo, 8 de abril de 2007

Dia 14 - Quinta Parte

–¡No los veo! –exclamó Jon Sang alterado a mi izquierda. A la distancia que estaba no podía verlo. Únicamente, cuando el haz de luz que manaba de la linterna de Kira le alcanzaba, tenía la oportunidad de vislumbrar su silueta.

–¿Qué?

–Han desaparecido... no los veo... –gimoteo mi compañero señalando con un trémulo dedo hacia el frente. Eché un vistazo y, ciertamente, no podía ver la luz de la linterna que Irina llevaba, guiando a el fanfarrón de JB y a mis primeros compañeros El Cirujano y Carla. Nos habíamos rezagado demasiado. Pero si aún estuvieran en el mismo conducto, por muy lejos que pudieran estar, seguiríamos viendo la luz. Eso quería decir que habían girando en algún otro pasaje. Hasta ahora me parecía que no nos habíamos cruzado con ninguno, pero claro, en aquella oscuridad, era imposible estar seguro.

Kira y Francoise nos alcanzaron, respirando con dificultad.

–¡No os paréis! –chilló ella empujando a Jon Sang.

–Los hemos perdido –expliqué arrugando el rostro ante un pinchazo de dolor en el tobillo.

–Da lo mismo ¡Vamos, continuar!

Francoise se mantuvo en silencio, como si estuviera en otro lugar (seguramente su mente lo estaba). Seguimos con la marcha, escuchando los chapoteos detrás nuestro. Pero era un alivio ver como cada momento que pasaba, se escuchaban más lejanos. Estaba claro que tenían dificultades para ver en la oscuridad, igual que nosotros. Sin embargo, éramos nosotros los que llevábamos la linterna.

Kira no hacía más que iluminar a ambos lados, buscando el cruce por donde presuntamente habrían girado nuestros compañeros, pero no encontrábamos ninguno.

Pasaron varios minutos en los que no dijimos nada. Cada uno se concentraba en sus propios demonios. Envueltos en aquella oscuridad, todos tus temores parecían materializarse en aquella viscosa materia oscura que nos rodeaba. A mi me venían imágenes de Lili suplicante, llorosa, pidiendo que no la entregara a Jack. Mientras arrastraba mis pies por aquella masa de agua ponzoñosa, reviví la escena de mi último encuentro con ella. ¿Cómo pudo traicionarme de aquel modo? Vi frente a mis ojos, tan claro como el dolor que sentía subirme desde el tobillo, la calle en donde se encontraba su apartamento. Una calle poco recomendable para cualquier persona decente, pero ideal para la calaña como yo. Una pequeña chispa de remordimiento pareció saltar dentro de mi, si bien duró poco y se apagó rápido como las chispas de una hoguera que saltan del fuego volando como pequeñas luciérnagas y mueren antes de llegar al suelo. Yo había obrado de la manera más coherente. Como decía el antiquísimo refrán "Ojo por ojo y diente por diente". Esa era mi filosofía. Aparte, claro está, que mi pellejo vale más que el de cualquier otro... y esto no era un refrán, pero sonaba igual de bien.

–¡Eh!

Fruncí el ceño. Aquella voz no era de Jon Sang. ¿Quién había dicho eso?

–¡Eh!

Claro que no era de Jon Sang, era una voz femenina. Pero Kira, justo detrás nuestro tampoco había sido la que lo había dicho. La voz provenía de delante. Pero el chapoteo que hacían nuestros pies y el echo de nuestra respiración ajetreada y áspera no me dejaban discernir de dónde provenía la voz nueva.

–¡¿Me oís?!

Otra vez. ¿Dónde diablos estaba aquella mujer que nos hablaba? Miré hacia donde escuchaba que estaba Jon Sang, pero la luz de la linterna de Kira no lo iluminaba, así que no pude descifrar su rostro, no sabía si él lo había escuchado. Ninguno se había detenido así que empecé a dudar si yo era el único que podía escuchar aquella voz femenina. Claro que yo tampoco me había detenido al oírla, así que eso no debería de significar nada...

–¡Chicos, eh!

Dios, ¿era acaso la voz de Lili atrapada dentro de mi cabeza? ¿Me estaba volviendo loco? ¿Estaba perdiendo la chaveta? Habría jurado que era su voz. Claro que hacía tanto tiempo que no la escuchaba que mi memoria me podría estar jugando una mala pasada. Quizá el dolor de mi tobillo estaba causando estragos en mi mente.

Me toqué la frente con una mano, la sentí hirviendo. ¿Quizá fuera fiebre? ¿Delirios de fiebre? No, no podía ser. Cuando se sufrían delirios de fiebre estabas tan hecho polvo que no podías levantarte de la cama. ¿O no? Al fin y al cabo no soy médico y nunca he sufrido delirios...

–¡Por aquí!

...no soy médico pero esa voz es de un médico...

Mi subconsciente parecía estar diciéndome algo, pero no llegaba a alcanzar la respuesta. Era como esa sensación que tienes cuando quieres decir una palabra pero no te sale. Tienes la impresión de que está en la punta de tu lengua pero alguna fuerza malévola exterior evita que puedas pronunciarla. Una sensación frustrante.

–Aaggg –chillé de dolor al apoyar el pie (malo) en una oquedad y sentir como el tobillo se doblaba demasiado. Fue como sentir un latigazo golpeando desde mi tobillo hasta los riñones. Caí de rodillas sujetándome la pierna y gritando de dolor.

Sentí como los otros se detenían también, no querían dejarme rezagado y ya que nuestros perseguidores estaban lejos y avanzaban tan lentamente, podíamos permitirnos unos momentos de descanso. Kira me enfocó con su linterna y pude sentir el pinchazo de la brillante luz en mis ojos. Entorné los párpados y giré la cabeza para evitar deslumbrarme.

Y entonces lo vi. Al principio me pareció que bajaba desde los cielos un ángel. Pronto descarté esa posibilidad, recordando que yo no creía en pamplinas supersticiosas. Entonces pensé en el foco de una nave interceptora de la policía, pero en primer lugar, estábamos bajo tierra en una alcantarilla y en segundo lugar, las naves de policía dejaron de volar hacía días en Barlenton. Entonces ¿qué era? Una alucinación como la voz que creía estar escuchando.

–¡Mira! –exclamó Jon Sang. Cuando Kira giró su linterna para enfocarle, pude ver como señalaba con un dedo hacia el lugar en donde yo estaba viendo aquella catarata de luz cayendo del cielo. Eso quería decir que no eran imaginaciones mías. Kira pareció verlo también.

–¡Vamos, rápido! –ordenó Kira. ¿Desde cuando la habíamos nombrado jefa ella?

Los tres obedecieron y echaron a correr hacia allí. Pero Kira se detuvo y se volvió hacia mi. Intenté levantarme pero no pude, el dolor era demasiado intenso.

Allí, arrodillado en una corriente de agua cenagosa, con el rostro compungido por el dolor, dudando de mi cordura, pensé que me iban a dejar atrás. Seguramente yo lo habría hecho en su lugar.

Sin embargo vi como el foco de luz se acercó rápidamente a mi y Kira apareció detrás de él, sujetándolo con una mano. Se pasó la linterna a la zurda y con la diestra me ayudó a levantarme. Me sorprendió la firmeza con la que me agarró de la mano y la fuerza que hizo para levantarme. Su frágil aspecto engañaba. Me pasó mi brazo por encima de su cabeza y utilizándola de apoyo, saltando a la pata coja, nos movimos hacia el lugar del que manaba la luz.

Una vez más cerca, vimos como Jon Sang subía por una escalera en la pared circular del conducto. No eran mas que una serie de barras metálicas incrustadas en el cemento pero suficiente para izarse. Arriba, donde las escaleras acababan, un agujero circular de medio metro de diámetro se abría en el techo y un potente foco nos iluminaba desde él.

Kira iluminó a su vez el agujero y pudimos ver como el sonriente rostro de El Cirujano nos observaba con deleite. Hijo de perra.¿ Tenías que ser tu el que me salvara el pellejo, otra vez...?

Francoise subió el segundo. Si bien en un principio se negó pero entre Kira y yo lo convencimos y desapareció por la abertura.

–Ahora tu –me ordenó ella. Sentí un fuerte dolor en el orgullo. Me estaba hartando de tanta orden.

–No, tu primero –la verdad era que yo quería subir antes, no podía esperar a sacar mis piernas de aquel líquido inmundo, pero no podía permitir que me dijera lo que debía hacer.

–No discutas y sube.

–No y no me vas a convencer, sube tu primero –y era mi última palabra. O al menos eso creía yo.

–Mira, capullo, si subo yo primero ¿Quien te va a ayudar a subir? –colocó los brazos en jarras y me miró con media sonrisa en los labios y una expresión de fastidio. –¿O es que vas a ser capaz de subir las escaleras utilizando un solo pie?

Recuerdo que apreté las mandíbulas tan fuerte que después pude sentir el amargo y metálico sabor de la sangre. Pero, el mordisco que me debí de dar, no me dolió lo más mínimo. De hecho, hasta dejé de sentir el dolor de mi tobillo durante unos segundos. Era tal la herida que me había hecho en el orgullo, que todos los demás sufrimientos parecieron desaparecer. Maldita mujer.

Sin decir nada, comencé a subir pero como bien dijo ella no pude ni ascender un solo peldaño. Entonces sentí como Kira me plantaba la mano, bien abierta en todo el culo y me empujaba hacia arriba. No dije nada, un ultraje por día era suficiente, pero su mano no estaba precisamente bien centrada en uno de mis glúteos. Más bien estaba tirando al centro y hacia delante. Vamos, que su pulgar me estaba tocando las pelotas, hablando en plata. Como no sabía si ella se había dado cuenta, no quería parecer ridículo y me callé.

Al fin llegué a la abertura y El Cirujano, agarrándome de ambos brazos me izó fuera del oscuro inframundo hacia la noche de fresco aire.

Una vez que Kira saliço de las alcantarillas, colocaron la tapa metálica en el agujero y nos sentimos a salvo, por fin.

2 comentarios:

Txalin dijo...

lalalalalalala!!!

Sigo leyendo tu blog!!

Tomates a dos euros!!

Acuerdate de mis cds!!

La historia cojonuda oiga!!

Saludicos ;)

Anónimo dijo...

Me mola que introduzcas estos recursos introspectivos,asi en plan flasback o dandonos detalles de la vida anterior de nuestros personajes..
Me pone cachondo la amiga Kira...
Me parto el pecho con el cirujano y su trabajo actual de angel de la guarda...
Athman.