viernes, 30 de marzo de 2007

Dia 14 - Primera Parte

Aquel era nuestro segundo día en el centro comercial. Habíamos repuesto fuerzas y descansado como Dios manda, durmiendo sobre un cómodo colchón y comiendo hasta saciarnos. A pesar de estar en lo más profundo del edificio, exento de ventanas, teníamos las lámparas de queroseno y botes de combustible para varios meses. No me dio tiempo a echar de menos la luz solar... La verdad era que el día anterior fue uno de los mejores que había tenido desde no sabía cuando. Kira, Francoise, Stefanie e Irina habían resultado ser unas personas de lo más agradables y sociales, cosa que a mí me importaba poco pero me sorprendía (y en el fondo me alegraba por Carla). Kyra se mantuvo distante en todo momento y me pilló en varias ocasiones observándola con detenimiento. No cruzamos palabra alguna. Irina, en cambio, estuvo muy atenta tanto de Jon Sang como de los demás. Él por sus heridas y nosotros... pues la verdad es que no lo sé porque, creo que porque está en su naturaleza ser amable y atenta. Me recordaba a mi madre... Y "el matrimonio feliz", a pesar de ser de lo más empalagoso que he visto en años, cuidaban tan bien de Carla que incluso me encontré en un par de ocasiones sonriendo mientras los observaba hablando y entreteniendo a la pequeña (a la que por otro lado cogía más cariño cada día).

También fue un día extraño. Después de tantas emociones y tanto desgaste psicológico y físico, no acababa de creerme que nada malo nos acechase. Es cierto que hasta ahora hemos gozado de una suerte inaudita, pero aún así se me hacía raro que no ocurriera ninguna desgracia. Supongo que después de pasar tanto tiempo en una de las peores prisiones de la galaxia y casi dos semanas perseguido por seres de ultratumba, uno llega a convertirse en un paranoico crónico.

Me encontraba junto a la fuente sin vida en la entrada al centro comercial. Tumbado en el frío suelo de losas de mármol con el fusil apoyado a un lado. Cubierto tras las paredes de piedra de la piscina que guardaba el agua, antes en continuo movimiento y ahora eternamente estancada, oteaba el exterior a través de las puertas de cristal.

El murmullo que la multitud de post-mortem en continuo movimiento por las vacías calles de la ciudad generaba, me alcanzaba como el lejano rumor de una tormenta que no acababa de terminar.

Unos pasos detrás mío me sacaron de mis cavilaciones haciéndome coger el rifle y apuntar rápidamente a lo que me acechaba. Era Kira. Se acercaba a mi arrastrándose agachada y sonriente.

–Hola –me susurró. Tardé unos instantes en reaccionar y volver a dejar el arma en el suelo.

–Hola.

–¿Qué tal va la guardia?

–Bien.

Según el reloj analógico de la pared, eran las tres de la mañana. Fuera la noche era oscura y fresca.

–Me alegro –se sentó a mi lado, apoyando la espalda contra el murete de la piscina y observó el cielo a través de los paneles de cristal en el techo. La luna menguaba y no alcanzaba a iluminar nada. –Aún no entiendo por qué te empeñas en hacer guardias.

–Soy muy desconfiado.

–¿De quién? ¿De ellos... o de nosotros?

Era una pregunta que no deseaba responder así que permanecí en silencio. Saqué mi paquete de cigarrillos y le ofrecí uno. Lo tomó con una leve sonrisa en sus labios (carnosos) y se lo encendió. Yo hice lo propio y los dos fumamos en silencio durante unos instantes.

–No puedo dormir –dijo al fin sujetando el pitillo con destreza, no era el primero que se fumaba. La observé en las tinieblas y vi un brillo en sus ojos que me aceleró el corazón. –Desde que todo esto comenzó no he dormido muy bien.

–Te entiendo.

Entonces giró la cabeza bruscamente y me miró fijamente, como si hubiera tenido una buena idea. Aquello me sorprendió, después de la frialdad que había mostrado el día anterior, pero no pude más que sonreír ante aquella penetrante mirada.

–¿Quieres ver algo interesante?

–Si –respondí encogiéndome de hombros. Tanto tiempo sin sentir a una mujer me hizo fantasear con toda clase de situaciones eróticas a las que podían llevar aquella frase. A pesar de ser invisible mi rubor en aquella semioscuridad, no pude mantener aquella firme mirada y me centré en mirar el cigarro que se consumía entre mis dedos.

–Ven, sígueme.

Se levantó y yo la seguí. Caminamos por el pasillo que nos llevaba hasta nuestro escondite pero a medio camino tomamos una puerta metálica a la izquierda. Esta daba a una sala completamente a oscuras. Kira, encendió una linterna que llevaba sujeta al cinturón y me guió hasta unas escaleras que ascendían. Subimos tres pisos hasta llegar a otra puerta de las mismas características. La atravesamos y salimos al frescor de la noche estival.

En el cielo, un millón de puntos brillantes plagaban el manto negro del cielo y una débil y menguada luna emitía una pobre luz blanquecina cerca del horizonte. Desde allí, podíamos escuchar el murmullo de la multitud de post-mortem con más claridad. Era la azotea del edificio.

Caminamos hasta el borde del frente y desde aquella posición privilegiada pudimos ver como un gran número de seres de ultratumba caminaba alejándose por la calle frente al centro comercial. Otro nutrido grupo se movía hacia nosotros por una calle secundaria en la otra dirección. No vi a ninguna bestia. Los post-mortem parecían no cansarse nunca, no dormir nunca, siempre en busca de algo que echarse a la boca. Pero las otras criaturas, debían de ser muy distintas a ellos y por otro lado más parecidas a nosotros.

Tiré la colilla, casi agotada por el borde y la observé mientras caía, a cámara lenta, hasta que chocó con el suelo.

–Desde aquí se tiene otra perspectiva ¿eh?

–Si –respondí echando un vistazo a la ciudad. A pesar de ser una pequeña ciudad según el mapa electrónico de la computadora del vehículo que utilizamos para llegar allí, mirando desde un tercer piso, con una perspectiva más amplia, la ciudad me pareció bastante grande.

–Yo he nacido aquí –parecía tener la necesidad de contarme algo, así que no la molesté con comentarios graciosos ("¿aquí?¿en el centro comercial?") a pesar de que me vinieran a la cabeza. –No te puedes imaginar lo triste que es ver tu ciudad convertida en un cementerio viviente. Algunos de esos que ves caminando por ahí, eran conocidos míos. Seguramente me costaría reconocerlos ahora, entre la decrepitud de sus carnes y mi propia memoria que parece fallar, me costaría un rato. Pero aún así eran conocidos... amigos... familiares...

Una solitaria lágrima corrió por su mejilla cazando los últimos brillos que lanzaba una agotada luna. Sentí un impulso y me acerqué a ella abrazándola. Su menudo pero firme cuerpo se desembarazó de mi abrazo de un tirón algo brusco y ella me miró con el ceño fruncido y los labios apretados. En aquel momento pensé que me iba a soltar un puñetazo. Pero no lo hizo. Simplemente se dio la vuelta y oteó el horizonte.

Me sentí de lo más incómodo y estaba a punto de marcharme cuando se escuchó un desgarrador grito en el cielo. Parecía el grito de un ave rapaz, pero tenía una potencia inusitada y amenazante.



Kira se giró en redondo y me miró con una expresión de terror mientras sus ojos se desviaban sobre mi cabeza hacia el cielo negro. Yo alcé la mirada también y me sorprendió ver una enorme sombra sobre mí. Abarcaba por lo menos dos metros de envergadura y un par de garras con afiladas uñas caían hacia mi rostro.

Sin embargo es curioso como en aquel momento, no llegué a percatarme de que si me llegaban a alcanzar, significaría mi muerte. Me limité a observarlas sin miedo y sin la más remota idea de lo que estaba ocurriendo. Mis reflejos me fallaron. Tenía la mente en otro sitio (...persona). Probablemente me iba a costar la vida...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joder,tio.La cosa se pone mas interesante que nunca.Estan geniales las dos ultimas entradas,el hecho de encontrarse a mas gente,personas normales (nada de supermarines ramboterminators),y esos pequeños detalles que humanizan a nuestro personaje,aunque se las quiera dar de duro e insensible.Y me dejas flipando con lo de este bicho alado...joder,COMO SI NO HUBIERA SUFICIENTES PROBLEMAS....
Sigue asi,campeon.Que esto es pa flipar...
Un saludo .
Athman.