Dia 7 - Segunda Parte
Llegamos hasta la esquina de un edificio de viviendas de cuatro plantas y nos detuvimos sobresaltados ante la visión más terrorífica que había tenido nunca. Docenas de personas caminaban en nuestra dirección. Todos con el característico bulbo sobresaliendo por la coronilla de sus cabezas; todos con la piel pálida y los ojos inyectados en sangre; todos con las ropas rotas y mugrientas; todos con una mirada vacía pero feroz.
El Cirujano no esperó a ver qué hacía, echó a correr en dirección contraria al nutrido grupo. Yo lo seguí a toda carrera sin atreverme a mirar por encima del hombro, temiendo encontrarme con uno de ellos a poca distancia.
Tras varios interminables minutos corriendo por las abandonadas calles, girando en esquina tras esquina para perder a nuestros perseguidores, nos vimos obligados a detenernos para recuperar el aliento. Me senté en un bordillo de cemento, respirando con dificultad y sintiendo como pequeñas perlas de sudor se me acumulaban en la frente. El Cirujano, como de costumbre, parecía estar más fresco que nunca. Lo único que delataba el hecho de que había estado corriendo era su respiración algo más acelerada que de costumbre.
-¿Qué coño está ocurriendo aquí? -me pregunté a mi mismo en voz alta.
-Zombies, eran zombies.
Lo observé con una mirada entre divertida y frustrada.
-Venga, en serio ¿Qué crees que ha pasado aquí?
-No sé lo que ha pasado, pero esos eran zombies...
Negando con la cabeza, me tumbé en la acera sintiendo el frescor del cemento contra mi sudada espalda.
-Siento ser yo quien te diga esto pero, los zombies no existe.
-Ya lo sé -tomó asiento junto a mí y me miró divertido-. Los zombies nunca han existido, simplemente fue una manera de describir un fenómeno que no se entendía: personas aparentemente muertas que repentinamente recuperaban la vida. Pues yo te digo que esos de allí atrás no estaban vivos como tu y como yo. He visto algunas heridas en sus cuerpos que son mortales de necesidad... y puedes creerme, sé de lo que estoy hablando.
El tono que utilizó para pronunciar aquella última frase no me gustó un pelo. Hice como si no me hubiera dado cuenta y le pregunté:
-¿Qué crees que eran entonces?
-No sé, pero apostaría mis riñones a que ese bulto en sus cabezas tiene mucha culpa.
Tras unos segundos en silencio dijo cambiando de tema:
-Necesito ropa limpia, me siento sucio y no aguanto estar sucio.
Se levantó mientras echaba un vistazo a los locales que había en las plantas bajas de varios edificios pequeños que había al otro lado de la calle. Uno de los cuales parecía ser un comercio de variedades. Caminamos hasta allí y pudimos comprobar que la puerta estaba cerrada con llave. Sin embargo la cerradura no era demasiado segura y tras varios tirones la conseguimos forzar.
Dentro nos encontramos con un aire fresco pero estancado. Había toda clase de artículos a la venta en las estanterías: decoraciones para el hogar, ropa, alimentación, bebidas alcohólicas, tabaco... todo lo que pudiéramos haber necesitado en aquella situación. Mientras El Cirujano se entretenía buscando ropa limpia, yo me acerqué a la zona de los vicios con ansia. Agarré una botella de whiskey y tras abrir el tapón de plástico me eché al coleto un largo y cálido trago. Lo sentí bajar por la garganta hasta el estómago caldeando mi cuerpo y mis ánimos. Después ataqué a la sección de tabacos. Rebusqué entre los cartones hasta que encontré la marca que más me había gustado y saqué un cigarrillo. Lo olfateé como un perro disfrutando del aroma dulzón. En una estantería junto a los tabacos encontré una caja llena de mecheros de gas. Me encendí el cigarrillo y aspiré con enorme placer el azulado humo... Hacía días que no fumaba.
El Cirujano apareció vestido con una camisa amarilla de estampados hawaianos y unos pantalones cortos. Con una mano me tendía un conjunto que había elegido para mí.
-¿No querrás que me ponga eso? -le pregunté pensando que se trataba de una broma. Él dejó de sonreír y asintió-. Mejor voy a buscar algo más recio para que me proteja del sol.
Definitivamente El Cirujano estaba como una chaveta. No solo se vestía como un jodido turista sino que pretendía que yo llevase exactamente la misma ropa que él. Por encima de mi cadáver, pensé. Pero al momento me rectifiqué recordando el macabro hobbie que tenía mi compañero. Encontré unos pantalones vaqueros y una camisa de algodón de mi talla, eso serviría. Me cambié sintiendo bastante alivio ante la suave y fresca ropa limpia. Ahora lo único que me habría hecho sumamente feliz habría sido la posibilidad de una ducha caliente.
Regresé junto a mi compañero y me senté a su lado ofreciéndole la botella de licor.
-No gracias, no bebo, eso te destroza el hígado.
Alcé las cejas encogiendo los hombros y me eché otro trago directamente de la botella. Cuando hubo pasado el ardor de mi garganta le dije:
-Tenemos que decidir cual va a ser nuestro próximo movimiento.
-Aquí no duraremos mucho.
-Si, por eso creo que lo más sensato será marcharse. Podríamos ir a la capital. Viví durante varios años allí y seguro que alguno de mis antiguos amigos sigue dando guerra.
-No apostaría ni las uñas de los pies a eso.
-¿Qué quieres decir? ¿Crees que lo que ha pasado aquí también habrá llegado hasta allí? -El Cirujano asintió sonriente. El jodido debía de estar pasándoselo en grande. Como un niño en un parque de atracciones-. Entonces lo que tenemos que hacer es salir de este planeta.
-Las defensas planetarias nos derribarían en cuanto despegásemos.
Él era el experto en esos lares así que tendría que confiar en su juicio.
-Entonces lo primero será desactivar las defensas. Supongo que habrá alguna manera de hacerlo sin el código de autorización.
-Destruyendo la sala de procesamiento principal y las conexiones con el resto de centros de procesamiento. Eso seguramente deshabilitaría las defensas.
Lo pensé un poco y concluí:
-Necesitaremos explosivos, armas y un vehículo. La sala de procesamiento central sí que sé donde se encuentra. Está en un bunker enterrado bajo el edificio donde trabajé aquellos años. En este pueblo no creo que encontremos una armería así que tendremos que conformarnos con el vehículo, por ahora.
-Esto va ha ser muy divertido -rió El Cirujano frotándose las manos.
El Cirujano no esperó a ver qué hacía, echó a correr en dirección contraria al nutrido grupo. Yo lo seguí a toda carrera sin atreverme a mirar por encima del hombro, temiendo encontrarme con uno de ellos a poca distancia.
Tras varios interminables minutos corriendo por las abandonadas calles, girando en esquina tras esquina para perder a nuestros perseguidores, nos vimos obligados a detenernos para recuperar el aliento. Me senté en un bordillo de cemento, respirando con dificultad y sintiendo como pequeñas perlas de sudor se me acumulaban en la frente. El Cirujano, como de costumbre, parecía estar más fresco que nunca. Lo único que delataba el hecho de que había estado corriendo era su respiración algo más acelerada que de costumbre.
-¿Qué coño está ocurriendo aquí? -me pregunté a mi mismo en voz alta.
-Zombies, eran zombies.
Lo observé con una mirada entre divertida y frustrada.
-Venga, en serio ¿Qué crees que ha pasado aquí?
-No sé lo que ha pasado, pero esos eran zombies...
Negando con la cabeza, me tumbé en la acera sintiendo el frescor del cemento contra mi sudada espalda.
-Siento ser yo quien te diga esto pero, los zombies no existe.
-Ya lo sé -tomó asiento junto a mí y me miró divertido-. Los zombies nunca han existido, simplemente fue una manera de describir un fenómeno que no se entendía: personas aparentemente muertas que repentinamente recuperaban la vida. Pues yo te digo que esos de allí atrás no estaban vivos como tu y como yo. He visto algunas heridas en sus cuerpos que son mortales de necesidad... y puedes creerme, sé de lo que estoy hablando.
El tono que utilizó para pronunciar aquella última frase no me gustó un pelo. Hice como si no me hubiera dado cuenta y le pregunté:
-¿Qué crees que eran entonces?
-No sé, pero apostaría mis riñones a que ese bulto en sus cabezas tiene mucha culpa.
Tras unos segundos en silencio dijo cambiando de tema:
-Necesito ropa limpia, me siento sucio y no aguanto estar sucio.
Se levantó mientras echaba un vistazo a los locales que había en las plantas bajas de varios edificios pequeños que había al otro lado de la calle. Uno de los cuales parecía ser un comercio de variedades. Caminamos hasta allí y pudimos comprobar que la puerta estaba cerrada con llave. Sin embargo la cerradura no era demasiado segura y tras varios tirones la conseguimos forzar.
Dentro nos encontramos con un aire fresco pero estancado. Había toda clase de artículos a la venta en las estanterías: decoraciones para el hogar, ropa, alimentación, bebidas alcohólicas, tabaco... todo lo que pudiéramos haber necesitado en aquella situación. Mientras El Cirujano se entretenía buscando ropa limpia, yo me acerqué a la zona de los vicios con ansia. Agarré una botella de whiskey y tras abrir el tapón de plástico me eché al coleto un largo y cálido trago. Lo sentí bajar por la garganta hasta el estómago caldeando mi cuerpo y mis ánimos. Después ataqué a la sección de tabacos. Rebusqué entre los cartones hasta que encontré la marca que más me había gustado y saqué un cigarrillo. Lo olfateé como un perro disfrutando del aroma dulzón. En una estantería junto a los tabacos encontré una caja llena de mecheros de gas. Me encendí el cigarrillo y aspiré con enorme placer el azulado humo... Hacía días que no fumaba.
El Cirujano apareció vestido con una camisa amarilla de estampados hawaianos y unos pantalones cortos. Con una mano me tendía un conjunto que había elegido para mí.
-¿No querrás que me ponga eso? -le pregunté pensando que se trataba de una broma. Él dejó de sonreír y asintió-. Mejor voy a buscar algo más recio para que me proteja del sol.
Definitivamente El Cirujano estaba como una chaveta. No solo se vestía como un jodido turista sino que pretendía que yo llevase exactamente la misma ropa que él. Por encima de mi cadáver, pensé. Pero al momento me rectifiqué recordando el macabro hobbie que tenía mi compañero. Encontré unos pantalones vaqueros y una camisa de algodón de mi talla, eso serviría. Me cambié sintiendo bastante alivio ante la suave y fresca ropa limpia. Ahora lo único que me habría hecho sumamente feliz habría sido la posibilidad de una ducha caliente.
Regresé junto a mi compañero y me senté a su lado ofreciéndole la botella de licor.
-No gracias, no bebo, eso te destroza el hígado.
Alcé las cejas encogiendo los hombros y me eché otro trago directamente de la botella. Cuando hubo pasado el ardor de mi garganta le dije:
-Tenemos que decidir cual va a ser nuestro próximo movimiento.
-Aquí no duraremos mucho.
-Si, por eso creo que lo más sensato será marcharse. Podríamos ir a la capital. Viví durante varios años allí y seguro que alguno de mis antiguos amigos sigue dando guerra.
-No apostaría ni las uñas de los pies a eso.
-¿Qué quieres decir? ¿Crees que lo que ha pasado aquí también habrá llegado hasta allí? -El Cirujano asintió sonriente. El jodido debía de estar pasándoselo en grande. Como un niño en un parque de atracciones-. Entonces lo que tenemos que hacer es salir de este planeta.
-Las defensas planetarias nos derribarían en cuanto despegásemos.
Él era el experto en esos lares así que tendría que confiar en su juicio.
-Entonces lo primero será desactivar las defensas. Supongo que habrá alguna manera de hacerlo sin el código de autorización.
-Destruyendo la sala de procesamiento principal y las conexiones con el resto de centros de procesamiento. Eso seguramente deshabilitaría las defensas.
Lo pensé un poco y concluí:
-Necesitaremos explosivos, armas y un vehículo. La sala de procesamiento central sí que sé donde se encuentra. Está en un bunker enterrado bajo el edificio donde trabajé aquellos años. En este pueblo no creo que encontremos una armería así que tendremos que conformarnos con el vehículo, por ahora.
-Esto va ha ser muy divertido -rió El Cirujano frotándose las manos.
3 comentarios:
Buf!! que mareo , creo que deberias cambiar la forma en que aparecen las entradas , si en una misma pagina pones mas de un texto ponlos a la inversa , que el ultimo salga el primero , de lo contrario cada vez que leo he de subir al trozo que he de leer , bajar mientras lo leo , y volver a subir para leer el siguiente , me estoy mareando.
Ten en cuenta que esto no se lee a diario muchas veces , con lo que lo lo mas comodo es que si hay varios textos se lea la pagina entera de arriba abajo , no se si mexplico , lo arreglaras o lo dejaras asi?
Pues si más lectores están de acuerdo con esto lo cambiaré. Yo no tengo ningún problema con este tipo de detalles, la verdad me da lo mismo, asi que si alguien más tiene tu opinión lo haré.
Un saludo y gracias por leer esta serie.
eres un cabron!!!XDDD ya sabes con que tono lo digo, siempre acabas los relatos dejandonos a todos con la miel en la boca... jeje...
genial!!!
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