sábado, 24 de febrero de 2007

Dia 5 -Tercera Parte

Libre! Al fin era libre. Lo primero que pensé al percatarme de mi nueva situación fue cómo iba a sacar tajada de todo aquello. Desde luego que ahora podía vender mi historia a algún gilipuertas de esos que hacen películas tridimensionales para cabeza huecas de toda la galaxia. Me pagaría una impresionante cantidad por los derechos. Con el dinero podría comprar otra nave de transporte y volver a fundar un negocio de contrabando. Aunque tendría que buscar otro lugar en donde encontrar los materiales. Carma-3 estaba vetado para mi.

Aquellos pensamientos tan suculentos me distrajeron la mente mientras caminaba cojeando por el sofocante desierto, bajo un sol abrasador, con la garganta seca, dos golpes bien feos en la cabeza, un hombro dislocado y un costado magullado. Pero eso sí ideas para el futuro no me faltaban. Siempre he sido una persona optimista y emprendedora. Tanto tiempo encerrado sin esperanza me había cambiado y la sensación de libertad había revivido mi verdadera naturaleza.

Una vez llegase a la ciudad, contaría cualquier historia que se me ocurriese para que me echaran una mano. La verdad estaba descartada por ahora, por supuesto.

Si bien lo realmente apremiante en aquel momento era encontrar un lugar donde protegerme de la inminente explosión de los motores del RX-67. Los seguía escuchando rugir, cada vez con más fuerza. Conocía bien el intricado mundo de la mecánica espacial, eso solo podía significar que cuando llegaran al punto máximo reventarían en una explosión digna de ver a varios kilómetros de distancia. Como no sabía lo grandes que eran los motores y la cantidad de combustible que les quedaba, desconocía la distancia segura a la que debería encontrarme en el momento de la fiesta, simplemente confié en mi suerte, como siempre solía hacer. Estaba claro que esta no me había abandonado. Existe una posibilidad entre cien a sobrevivir a una nave de aquel calibre estrellándose contra la superficie de un planeta, y yo había sobrevivido. Malherido, pero vivo. Y no soy médico pero sospechaba que las heridas no eran mortales.

Frente a mí se elevó una colina. La observé apesadumbrado y cuando estaba a punto de encaminarme a dar la vuelta para no tener que ascender aquella cuesta, que por otro lado no era demasiado empinada y no tenía más de veinte metros de longitud hasta la cima, vía que algo se asomaba por encima de lo más alto de la colina. Era una cabeza.

Max! -gritó la cabeza. No pude reconocer la voz y al tener el sol a contra luz no distinguí las facciones así que me mantuve quieto levantando el rifle de manera amenazadora. No tenía sentido correr, era incapaz de ello...

-Soy yo, tío, "El Cirujano"...

José "El Cirujano" Gonzalez, un compañero de la prisión que por lo visto también había sobrevivido al choque y había encontrado una salida. Genial, de todos los presos con los que podía haberme encontrado, tenía que ser con este. No habíamos hablado mucho nunca, ya que yo no me había querido acercar mucho a él. Era un psicópata que tenía a sus espaldas una larga lista de asesinatos en cadena. No me fiaba de él, pero dada mi situación, no tenía alternativa. Además, recordé que era un cirujano estupendo, de hecho, antes de convertirse en asesino en serie, había tenido bastante renombre como buen médico, según me contó Jerry. Quizá pudiese aprovecharme de esa circunstancia.

Dibujando la sonrisa más amigable de la que fui capaz, dado el dolor de cabeza que me martilleaba el cráneo, lo saludé bajando el arma.

Caminó tranquilamente colina abajo hasta alcanzarme.

-Coño, qué mal aspecto tienes, tío.

Él, en cambio, no parecía tener ni una magulladura. Cabrón con suerte.

-Si, estoy un poco perjudicado.

-Vamos te echaré una mano, hay que ponerse a cubierto detrás de esta colina, la nave estallará de un momento a otro.

Colocando mi brazo alrededor de su cuello (sin soltar el rifle, dicho sea de paso) me ayudó a subir el tramo de colina ascendente y después descendente hasta una pequeña depresión donde antaño debía de correr un riachuelo seco hacía muchos años.

Me ayudó a sentarme sobre el seco y duro terreno cuando un estallido que pareció reventarme los tímpanos son tiró al suelo seguido de un temblor de tierra que me hizo pensar que de un momento a otro una grieta se abriría en el suelo y nos engulliría haciéndonos caer en un negro e infinito abismo.

Sin embargo el temblor pasó y el sonido de la explosión retumbó por las colinas regresando una y otra vez, cada repetición con menos fuerza, hasta que al final desapareció dejando un incómodo silencio.

-Por los pelos... -dijo sonriendo. Parecía divertido.

Sentía como las fuerzas se me escapaban por momentos y no me creí capaz de dar un solo paso más hasta haber descansado.

-Vamos a ver como están esas heridas...

Me examinó minuciosamente. Pude comprobar que sabía lo que hacía. Con un tirón, sin previo aviso, de mi brazo derecho, colocó el hombro en su sitio. Aquello me dolió como mil demonios. Aullé desahogándome y no pude aguantar más. Me desmayé.

Cuando recobré el conocimiento, era ya de noche y El Cirujano dormía tranquilamente junto a mí. Sus labios dibujaban una placentera sonrisa. ¡Qué jodido!

Comprobé que aún sujetaba con fuerza el rifle de plasma en mi mano izquierda. Aquella era una buena señal, no había tratado de quitármelo.

Saqué el cuaderno electrónico del interior de mis calzoncillos y comencé a relatar lo acontecido hoy.

Ya he acabado y vuelvo a tener sueño. Creo que voy a dar una cabezadita en espera de que salga el sol. Solo Dios sabe lo que nos deparará el destino en el nuevo día que ya se acerca.

2 comentarios:

Korvec dijo...

Hola, la historia está interesante. Pero hay un detalle que quizás podrias mejorar sin mucho esfuerzo. La letra y los diálogos cuando se lee en un monitor (sobretodo si es pequeño) agobia un poco tan junta.
Te recomiendo que uses por ejemplo espacios mas amplios para separar los diálogos, el texto se alarga, pero es un poco mas cómodo de leer.

Paul J. Martin dijo...

A ver qué tal así, he añadido una línea en blanco después de cada párrafo.