sábado, 6 de octubre de 2007

Día 20 - Cuarta Parte

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Observé al tipo de las gafas y el pelo blanco. Su expresión era de seguridad, de inteligencia. No tuve ninguna duda de que si nos negábamos a soltar las armas, ordenaría a sus hombres que nos acribillaran. Me volví hacia Kira. Ella me miraba con el ceño fruncido y los labios apretados. Suspiré. No teníamos alternativa. Los segundos pasaban y debíamos tomar una decisión..

Asentí pero Kira meneó, ligeramente, la cabeza. Se negaba a deponer las armas. Era tozuda, sin embargo no teníamos otra opción. Me agaché y dejé en el suelo el rifle de plasma; después le di un puntapié lanzándolo hacia nuestro interlocutor. Kira me miró enfurecida, pero cedió al fin y lanzó su cuchillo junto al rifle..

–Bien, –hizo un gesto al tipo de la melena negra y este recogió nuestras armas y entró a la casa seguido por Sara. –Por aquí..

Nos indicó que le siguiéramos con un ademán de su mano y se giró, dándonos la espalda, caminando hacia la puerta abierta. Kira arrancó gruñendo, moviéndose rápido hacia la casa. Yo antes de marcharme eché un vistazo a los que aún nos apuntaban con las armas automáticas. Los adultos parecían muy concentrados en nosotros, pero el chico, tenía la típica expresión de miedo. Podía ver como gruesas gotas de sudor se le habían acumulado por la frente, su piel estaba pálida y la rodilla le temblaba. En un principio, pensé que sería por la situación, demasiada tensión para un crío de su edad. Pero después me percaté de que no hacía más que mirar hacia los lados de la calle, como si esperase encontrar algo. ¿A qué le tenía tanto miedo?.

Entramos a la casa, pasando por un vestíbulo inmerso en la penumbra, y accedimos a una sala de estar amplia en la que los muebles habían sido arrastrados hasta las paredes para quitarlos de en medio. Un espacio vacío de cuatro por cuatro metros en mitad de la sala nos esperaba. Curiosamente, había una alfombra, llena de polvo pero que en sus mejores momentos habría sido muy cara, en aquel lado de la habitación. De los que nos habían estado apuntando, solo dos nos escoltaron hasta allí, al resto los perdí de vista. El tipo del pelo canoso y el otro de la melena arrastraron dos sillas de madera, también lujosas, hasta el centro del espacio vacío y nos indicaron que debíamos tomar asiento en ellas. Así lo hicimos y en menos de un minuto estábamos atados de manos y pies a nuestros asientos sin posibilidad de escapar..

–Bueno, –comenzó el del pelo blanco y las gafas poniéndose de cuclillas frente a mí –ahora que estamos en una posición mucho más cómoda podremos hablar..

–No tenemos nada que hablar con tigo –espetó Kira fulminándolo con la mirada..

–Eso depende de vosotros, claro. Pero hemos empezado mal –extendió su mano derecha hacia mí con una amplia sonrisa en los labios, –mi nombre es Juan Tribillo –esperó unos instantes como si realmente pretendiera que me desatara y le diera un apretón de manos. –Vaya, lo siento, no me he dado cuenta..

El otro de melena se echó a reír con las manos metidas en los bolsillos. Juan se levantó haciendo esfuerzo y apoyándose en las rodillas. “Nota mental” pensé, “tiene las articulaciones jodidas.” Se alejó unos pasos hacia la ventana. Las persianas estaban bajadas y solo entraban finas rayas de luz blanquecina..

–Parece que tienen calor –dijo el de la melena. Se volvió hacia Sara que permanecía detrás nuestra y le ordenó –Dame el cuchillo..

Ella obedeció sin decir palabra. Lo agarró y se acercó a Kira. Apreté los dientes tanto que sentí como si las mandíbulas me fueran a estallar en mil pedazos. Pero eso era lo que menos me preocupaba. El filo del cuchillo de cocina, que antes llevara Kira, desprendió reflejos. Yo mientras no dejaba de mover las manos a un lado y a otro, tratando de aflojar el nudo que me las apresaba..

El tipo, que sujetaba el cuchillo, insertó la hoja por el hueco del cuello del abrigo de Kira y comenzó a rasgarlo hasta llegar a su regazo. Allí pegó un tirón partiendo en dos la pieza de ropa. Después hizo otros cortes por los brazos y espalda hasta que pudo quitarle todo el abrigo sin necesidad de desatarla. Cuando hubo acabado, se acercó a mí y procedió del mismo modo. En uno de los movimientos, no calculó bien y me hizo un corte en el hombro que sentí como se humedecía con sangre cálida. Apreté los dientes, pero no mostré signo de dolor que él pudiera ver.
Mientras, Juan había permanecido de cara a la ventana, dándonos la espalda y en silencio. Entonces, repentinamente, se dio la vuelta y dijo:.

–Ya vale Horst –el tipo de la melena, Horst, dio un paso atrás y soltó el cuchillo sobre el suelo de madera, fuera de la alfombra. Este se clavó en posición vertical. Después embutió sus manos en los bolsillos de sus pantalones y nos observó con una sonrisa maliciosa. Juan se acercó unos pasos hacia nosotros y preguntó: –¿Dónde está vuestro vehículo?.

–No tenemos –respondí..

–No te creo. –Respiró profundamente y continuó como dándome una segunda oportunidad para responder a su pregunta –No habríais podido subir toda la montaña, con la nieve y el frío. ¿Dónde está vuestro vehículo?.

–Subimos la mayor parte del trayecto en autobús –le expliqué en el tono más neutro que pude, –pero nos quedamos sin gasolina y continuamos a pie hasta el pueblo..

–Ya..

Se paseo de un lado a otro con las manos sujetas a la espalda. Los dos hombres que nos habían escoltado observaban, con miradas sombrías, la escena desde la puerta de la sala. Y Sara había tomado asiento sobre una cómoda de madera sintética, detrás de Horst..

–Siento comunicaros –dijo Juan, deteniéndose frente a Kira –que no me creo lo que me habéis contado. Y hasta que me digáis toda la verdad, no os soltaremos..

“Cabrón” pensé; pero me mantuve en silencio..

Entonces, sorprendiendo a todos, escuchamos unos disparos en el exterior. Después el grito de una mujer y muchos pasos corriendo hacia la casa. Una puerta se abrió y cerró de golpe un momento después. Una mujer lloraba..

–¿Qué diablos...? –masculló Horst y se marchó hacia el vestíbulo siguiendo a los dos tipos que nos habían escoltado hasta el interior..

–Vigílalos –le ordenó Juan a Sara y después se marchó detrás de los otros..

Giré la cabeza hacia Kira y la interrogué con la mirada. Ella se encogió de hombros sin dejar de fruncir el ceño. Escuchamos pero no podíamos descifrar lo que hablaban. Solo éramos capaces de captar murmullos sin sentido y el reiterante llanto de mujer. ¿O era un niño...? ¿Quizá fuera el niño el que lloraba?.

–Llévatelo... –llegué a escuchar que le decía Juan a alguien..

Unos minutos después, regresaron Juan y Horst. Los otros ya no aparecieron..

–Dejaremos esta conversación para otro momento. Mañana –se volvió hacia su compañero y le dijo: –Horst, tu harás la primera guardia. Sara, ocupa tu puesto en la puerta trasera... ah, y llévate el rifle de plasma, quizá lo necesites..

Sara obedeció sin decir nada y se marchó por la puerta que habíamos entrado. Después, Juan se acercó a mí, e inclinándose y colocando su rostro a un palmo del mío, me susurró..

–Hablareis... tenlo por seguro..

Después, sonriendo maliciosamente se marchó, dejándonos a solas con Horst el melenudo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Después de un parón en mi lectura, ha sido un placer reencontrarme con la hiratoria con estas últimas 4 entradas. Un giro bastante grande a la historia, ahora la amenaza son vivos y aquí puede montarse la de dios.

Sigue así.

PD: por cierto lo de las encuestas está muy bien. Y está entrada me ha dado la razón de votar a Kira como personaje del que quiero saber mas. Su comportamiento frio y analítico en esta emboscada tiene que tener mucho jugo detrás :D

Anónimo dijo...

yo quiero saber sobre el cirujano. por que razon entablo amistad con el personaje cuando ni lo conocia. para mi tiene una razon oculta, tal vez tiene el mismo tipo de sangre para un trasplante de emergencia???...
ni idea.. pero es lo que mas me interesa.

Paul J. Martin dijo...

jejeje, la verdad es que el Cirujano es un misterio. Pues nada, marcar vuestras inclinaciones en las encuestas que voy poniendo porque las tomaré en cuenta para las entradas futuras.

Un saludo y gracias por vuestros comentarios.